La niebla es transitoria. Puede tapar un paisaje pero no borrarlo. Siempre hay algo detrás de ella: una habitación, un cuerpo amado… o banderas, como en aquel poema de José Watanabe:

Escuchaba la suave embestida de las olas
en el costado de los pequeños botes
que en las madrugadas salían a recoger redes
cruzando entre los buques de guerra estacionados en la bahía.
Un perro abandonado en el fondo de un bote, tan ciego
como yo, gemía.

Entonces vi banderas que alguien, a lo lejos, agitó
detrás de la niebla.

Quedé deslumbrado y mudo. Ninguna apostilla
sobre la belleza hablará realmente de aquellas banderas.

Esta muestra, que reúne a poetas venezolanos contemporáneos, presentes y ausentes, intenta exponer qué hay detrás de la niebla (y del humo). Son voces que permanecen en la realidad misma de cada poema, en sus contextos e imágenes. La bandera de un país arropa por igual: sin el lastre del patriotismo, es una tela que calienta, tan amplia que logra apaciguar esa tiniebla.

En esta oportunidad, nos acompañan Rodolfo Moleiro, Yolanda Pantin, Rafael Cadenas, Víctor Valera Mora, Antonia Palacios, Alfredo Silva Estrada, Harry Almela, Franklin Hurtado, Jorge Gustavo Portella, Rubén Darío Carrero, María Clara Salas, Julio Miranda, Antonio González Lira, Igor Barreto y Juan Sánchez Peláez.

En todos ellos, la bandera se expresa, gesticula. Se sobrepone. Está allí.

 

 

UN PAÍS
~Rodolfo Moleiro

 

Esta cima del monte
es para reducir a planos la mañana.

Lanzaremos cuesta abajo
dos balones invencibles,
uno hacia el llano,
hacia la mar el otro.

Recorrerán siglos de distancia
dejando frondas alargadas
de polvo dorado y espuma.
En los puntos de parada
fijaremos postes de aire.

Y al nivel de esta cima,
sobre sólidas bases de nubes,
levantaremos un país
con piedras y láminas de aurora
para los pájaros y para nosotros.

 

MAGMA
~Yolanda Pantin

 

Los cauces
de estos ríos.

Mismo cuando fluye
el hervidero humano
colmando el país
que nos parió.

«Vengan mañana».

Pero afuera,
entre los buses,
y los carros vomitando,

pasa un río.

Es la afluencia
de la hora.

Y el sol.

Y la congoja.

Y la niña maromera.

 

MANDELSTAM
~Rafael Cadenas

 

Vivo
¿a quién debo este honor?

Mi alma vacila. Dante me acompaña
a través de la noche soviética.

Yo vago entre las ruinas
de la Hélade.

No puedo huir.
Esconde
los poemas, Nadezda. Apúrate.

¿Cómo pudiste, César,
destruir
nuestra vivacidad?

He abandonado toda esperanza
a la entrada del campo.

El único que habla ruso
no podía olvidar.
Un dios perdona,
un semidiós no.

Los gritos
se pierden en la vastedad de mi país.

 

MARAVILLOSO PAÍS EN MOVIMIENTO
~Víctor Valera Mora

 

Maravilloso país en movimiento
donde todo avanza o retrocede,
donde el ayer es un impulso o una despedida.

Quien no te conozca
dirá que eres una imposible querella.

Tantas veces escarnecido
y siempre de pie con esa alegría.

Libre serás.

Si los condenados
no arriban a tus playas
hacia ellos irás como otros días.

Comienzo y creo en ti
maravilloso país en movimiento.

 

S/T
~Antonia Palacios

Se llevarán todas mis pertenencias, todas las ofrendas. Las que llegaron alzadas en guirnaldas y gajos, las que caían prodigándose, las que quedaron en suspenso, las rezagadas para largas fatigas, las de forma aprendida, roce estable. Llegarán batallando por encima de las cosas, por encima de viejos tanteos, olvidados tanteos, rodando por tierra los destrozos, el ovillo apenas comenzado, la perla apenas engastada. Llegarán feroces, llegarán con odio, llegarán con desprecio proclamando el vacío. Me irán despojando de todo: punto, gesto, voz. Aparecerán de pronto por entre círculos, ángulos y rectángulos, duras geometrías de líneas agónicas, infinitas paralelas sin posibles encuentros, volúmenes de sangre. Me irán despojando de todo, del aire, del reflejo, de la forma. La hora será cóncava, el cielo será cóncavo, la tierra abrirá su cráter cóncavo en la última ofrenda.

 

CONTRA EL ESPACIO HOSTIL
~Alfredo Silva Estrada

1.

Los días han ido lentamente perdiendo su miedo

A veces, es cierto,
El resplandor se entrecorta de nieblas
—Meridianos de un caos
Entre los humos pestilentes de una ciudad cualquiera—

Pero es preciso aún el resguardo
A descampado

Y este latir de las palabras

Y unos ojos que piden
Meditadas balanzas de un astro

No semejante al mendigo deshecho en su ropaje
Mas sin saber que los días flagelan
Cuando se canta sin dolor
Las variaciones de la luz
Sobre la podredumbre de una ciudad cualquiera

 

S/T
~Harry Almela

 

no hay llave
que sirva

ni cerradura

lo que viene
son tiempos
de indigencia

afuera
quedan
los justos

los que desearon
imponernos
su palabra

quienes creyeron
ordenar
nuestro recato

la esclavitud
nos hace inmunes

no hay
marcas de ceniza
en las puertas

ni bandera rota
con medialuna
ni estrella

 

11
~Franklin Hurtado

 

enséñame a correr

cuando suelten a los perros
o rompas la ventana
por estar bateando piedras

enséñame a comer
la pulpa con la cáscara

todavía no
me he vuelto
sombra

enséñame a pelear

me esconderé en el tanque
para que no me oigan
mientras tú preparas
el filo de los puños

mátalos a todos

no me dejes solo
que me despedazan
y el calor no ayuda

mi coraje es sostener
el rostro sobre el agua

 

ANOTACIONES
~Jorge Gustavo Portella

 

Quizás un poco como hoy, mueren los azules del cielo. Los caballos que rondan expectantes, producen un estruendo de coces y casquillos. Armas. Gritos. ¡Vence, victoria, viva! Nadie se acuerda de los muertos después de la batalla.

El dolor es una piedra, un millar de piedras taladas con rostros desconocidos que nos obligan. Es un pueblo baldío de soldados heridos. Hay una sorda exigencia en cada triste barrio, una solución a la basura, al abandono. Una necesidad. Muere Bolívar, muere.

 

SOLIDARIDAD
~Rubén Darío Carrero

 

Desperté asustado
con los ojos cerrados.

Soñaba que yo era el día,
las paredes todo el tiempo detrás del sofá,
la soledad del azúcar en el agua fría,
la puerta detenida por el calor
y el vapor de arroz al mediodía.

No era el día lo que yo era.
No.
Las ventanas estaban abiertas,
los espejos subían en el ascensor sin luz,
los escuchaba,
y las gotas caían de la ropa
mojada todavía
tendida
en el reflejo de las manos y las nubes en el agua.

El sol era un cementerio de edificios.

Hablaba dormido desde el sueño
y la escuela de la esquina
también hablaba
y aprendí a cruzar la calle,
ser muchedumbre
que revienta la cerradura
y el ojo de la puerta,
las ventanas, la mesa.

El televisor
prendido de imágenes, hechos
y la voz del noticiero
imperceptible
en la buhonería
de la cabeza
o en el himno nacional
después de la película,
mujeres desnudas
y la estatua frente a los niños
al otro día
dócil
el caballo
varón y blanco.

La escuela era el hospital sin gasas ni camillas.

Son las tres de la madrugada
y no era el cuerpo
en la morgue
dormido
todavía.
No.
Sufría.

El gentío
agitando las banderas
mientras todos mueren.
Todos
muertos
por despertar temprano,
ir a la escuela,
trabajar,
nacer,
vivir.

Cruzas la calle
con los ojos
sin parpadeos
sonriendo
con tu mano enamorada.

 

CIUDAD
~María Clara Salas

 

Observa la ciudad
la osadía de los techos
construidos al azar
prestos a deslizarse
en el barro
y la muerte

Sin ningún temor
alzan los niños sus papagayos
sin vacilaciones
suben y bajan
miles
de escaleras

Desde arriba
la ciudad nos contempla
desde arriba
se decide la suerte

 

ROCK URBANO
~Julio Miranda

 

despertamos una mañana más
somos los sobrevivientes
la ciudad ha sido buena con nosotros
una noche más

pero qué noche: el hombre gritaba
borracho o aterrorizado y quizá ambas cosas
—ya nunca lo sabremos—
me quieren matar, estos tipos
me quieren matar, llamen a la policía
me quie (mientras: cállate, vale —decían
los otros, con escalofriante suavidad)

y dos mil, tres mil vecinos agazapados
en los altos edificios escuchábamos
en silencio
(una sola enorme respiración contenida)
(un enorme ejército tembloroso)

todos deseando que el hombre se callara
que lo mataran o no, pero que se callara
que lo liquidaran en otro lugar mucho más lejos
o que fuera una broma siniestra
pero que se callara o lo callaran de una vez

y se calló
y esta mañana en los ascensores nadie miraba a nadie
y en la acera no había cadáveres ni manchas de sangre
y los periódicos ignoran el asunto
y nosotros también

 

S/T
~Antonio González Lira

 

Saben que todo se cumple,
por eso se persignan
hasta más allá
de la jornada

saben
que lo difundido en el sereno
no es proeza que se ahogue
en los resquicios de la noche

que ciego,
del campanario
brota el mochuelo
con su lamento de augurios
a convidar al espanto

a irrespetar el sosiego
que se aposenta en la boca oscura
del candil apagado

que en sus alas lúgubres lleva
un pueblo que en estas horas
desconoce

que no consigue paradero

 

POSIBLE COMIENZO
~Igor Barreto

 

Con el cambio de lugar de los símbolos
se inició la destrucción del país.
La imagen
se fue totalmente a negro.
Todavía hay miedo
y la timidez está tan cerca de la ira.
¿Qué hacer para que desaparezca
lo ocurrido intencionalmente?
Tal vez
vendrá otro hombre
con gran poder sobre el azar.
Recuperemos
un sentido mayor.
Aún tenemos restos de la casa:
existe una puerta
y lo que falta
regresará.

 

V
~Juan Sánchez Peláez

Cielo sin recorrido, tierra áspera, voz infusa, dilatoria,
Pueblo taciturno que aviva su fuego entre mis cejas,
madre de noche sanguínea,

En lo inamovible
Sobre dudas y certezas,
Franqueo la línea de mi desarrollo.

De salir a atravesar la ciudad
La perplejidad de las cosas en vigilia

A domeñar excesos, a impulso virginal en el polvo de
origen
De salir y atravesar la ciudad
De subir y descender el muro
Sigue el tinte humano
A ras de esfuerzo
Por dual unidad
La pupila con creces bajo misterio sin nombre.

En disertas endechas para evadirme sin sospechoso
acorde y arco
Hasta el sonido frío.

 

«Detrás de la niebla» es una muestra de poesía venezolana realizada por el equipo de Ediciones «Letra Muerta». Los poemas seleccionados pertenecen a poemarios y antologías de cada autor.  La transcripción y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza y Graciela Yáñez Vicentini. La cabecera fue diseñada por Samoel González Montaño, a partir de una fotografía de archivo del río Guaire.