Es urgente la alambrada,
las nuevas coordenadas de la hostilidad
(una especie de tablero para fichas errabundas)

es perentorio clavar las estacas,
centradas                              no todavía
al encapullado corazón

es mejor
herir lentamente desde los contornos y
esperar la desmirriada vigilia
de la oscurana

con el preciso sigilo
correremos palmo a palmo
los linderos                     (apagando el augurio de los rebullones)

convertir todo aquello
en lunares impropios
del paisaje,
la extirpación
que tenemos pendiente

 

*

Mi cuerpo dócil
todo lo es
para el recado y el mandante

mi latido se enajena
al mirar tu fiero acantilado

que no concuerde en mi pecho
ni el desvarío                  ni
el pájaro frágil
que encomienda sin rumbo

ansiamos el vencimiento,
el apetito entrecortado
y la sórdida escasez

 

*

Traigo aquí mi cuota de cenizas,
la custodio desde los años
de las magnánimas gestas

unas cuantas fanegas
que se multiplican con este
viento tormentoso

las despliego
en espera de que los míos
despabilen sus ojos

sin dejar de mostrar
la tierra mestiza de mis manos
suelto las últimas trazas
para marcar
los frutos sin patria

 

*

Se ha desteñido
mi estandarte
pero en mi corazón
queda grabado
tu rostro

venimos ante ti
casi desechos,
turbados por el clarín incesante
de la ardentía

como gozosos penitentes
obedecemos la voz antigua,            tu arenga,
el silbido de serpiente
que afinca en los lamentadores

esa tu voz
que nos arrastra
hasta convertir en diáfanos harapos
la insignia venerable
que algún minuto
dentro de este cuento
mal relatado
fuimos

 

*

En esta ciudad sin letras
ensalzamos
su rúbrica

se nota el pulso de gendarme
en el vértigo de la tinta

fueron antes                   como ahora
los pajonales altos del camino
los himnos victoriosos y profanos
de la montonera

canteríos y proclamas
apostaron al desprecio por las luces de aquel siglo

aquí yacemos
metiendo en cintura
los viejos silabarios de la infancia

 

*
                                                            Gaitazo

Toda esta fiel geografía
pudo ser honrada
con morocotas de canto

toda esta fiel geografía
se encuentra adornada
con el abollado peltre
de las charreteras

 

 

Antonio González Lira (Mariara, 1959). Poeta, ensayista y docente egresado de la UPEL-Maracay, con maestría en Literatura Latinoamericana en la misma casa de estudios. Durante varios años, fue facilitador de la actividad Ejercicio Literario, destinada a la formación creativa de jóvenes autores. Ha publicado tres títulos de poesía: Ángel de instancias (La Liebre Libre, 1996, Premio R. Buznego); Lecos (2007) y Recosidas carnes (2013), merecedor del Concurso Nacional de Literatura Ipasme 2010. Su obra ha sido traducida parcialmente al inglés.

~

Estos poemas pertenecen al libro inédito Trastos civiles. La selección y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un detalle de un retrato de Alberto H. Cobo.