DOCTRINAL

Diezmar la carne y el alma hecha por los otros
a retazos de su propia conformidad y miedo.
Disciplinarse en la soberbia.
Diezmar la carne y el alma para asumir la
escogencia.
Doblegar el pánico de los heraldos en las torres
acobardadas.
Poner con toda su desnudez el cuerpo y el alma
sobre la tierra
e iniciar un juego en espiral contra la muerte.

 

ALMA

Conoce tu daga mejor que tus manos.
Ámala. Impídele tus debilidades gástricas,
hepáticas, visuales, de alma. La pasión de
los canes de caza, la presa enséñale. Si
desea calor lo robe a las vísceras.
Ten por ella le sentiment du fer.

 

ANTÍPODAS

Todo fue inútil mientras no se poseyó
la verdadera clave de los límites. Se trabajaba
en espacios exorbitantes y tiempos absurdos.
Mientras, los itinerarios, el océano, las islas
y el sol poco significan.

 

BASÁRIDE

Siempre la forma engaña. Si no se tiene el don
de los niveles la metamorfosis es invisible. En
el estallido polícromo al impulso de un
clavicémbalo el basáride es una adolescencia. En
la objetivación del ansia –infinible por su fría
y bella naturaleza lúdica– descansa su voracidad.

 

CODICIA

Para el Caballero de la Orden no eran útiles
los protectores de hierro ni los pesados escudos.
Necesitaba un arma más terrible ante el gran reto.
Por ello, en la repartición de los acertijos
había escogido un monosílabo: sed.

 

DESEO

Las comunicaciones integran un espectro fallido.
Descansan sobre la secreción inútil de los
símbolos, de la lógica aislante.
Tiene el dolor por daga inherente la materia que
se levantó para ver, olvidada la mimesis
cultural del pánico.
El grito maravilloso, mudo, agobiante, cálida
rojez salina, el otro: El acto vivo del deseo
transmite una situación cuyo significado escapa,
pese a ser exclusivo de esta magnitud temporal.

 

DELICTUOSO

Tiene razón la tribu con sus normas, están
escritas para la arrebañada manera de sobrevivir.
Mas, los Caballeros de la Orden poseen su
propia justicia. En medio del combate del
mundo levantan sus incendiarias antorchas
secretas. En los suburbios están sus galerías
del delito, es decir, en medio de la vigilante paz
de las fogatas inventan la dimensión
de su libertad.

 

DESOLLADERO

Únicamente la claudicación da alegría al rostro
de los estúpidos, rebaño de fantasmas. El
guerrero lo haría si no disfrutase la ebriedad
de perder; será una tea en la mazmorra de su
corazón y no extraviará el hilo en el laberinto
de las tribus.

 

DOCUMENTO

La palabra escondida alienta y enardece la
exploración hacia la miel y el fuego. Puerto
agreste como una bacante que se inicia.

 

FANAL

Desde las torres los falsos profetas predican
en las almenas la algarabía de los gremios.
A la larga brotan los lazos invisibles y se inicia
el acoso a la carne indiferente. La secta
de los forajidos en sus banderas la iluminante
consigna agita. «Vivir de espaldas a la noche
derrumbada».

 

Lubio Cardozo (Caracas, 1938). Poeta, ensayista, investigador y crítico literario. Licenciado en Letras en la Universidad Central de Venezuela, con posgrado en Investigación Documental en la Escuela de Documentalistas de Madrid. Ha desempeñado diversos cargos en la Universidad de Los Andes. Coordinó la revista Actual de la mencionada casa de estudios. Es reconocida su valiosa labor investigativa en historia, teoría y crítica, con más de treinta títulos publicados. Además es autor de los poemarios Extensión habitual (1966), Apocatástasis (1968), Contra el campo del rey  (1968), Salto sobre el área no hollada (1971), Fabla (1974), Paisajes (1975), Poemas de caballería (1983), Solecismos (1986), Poemas (1992), Lugar de la palabra (1993), El país de las nubes (1995), Un verso cada día (1995) y Ver (1999). Toda su poesía ha sido reunida en el volumen La cuarta escogencia (Ediciones Mucuglifo, 2006).

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Estos textos en prosa pertenecen a La cuarta escogencia, obra poética reunida de Lubio Cardozo (Ediciones Mucuglifo: Mérida, 2006). La selección, transcripción y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño. La dirección fue de Faride Mereb.