La habilidad es el primer punto sobre el que giran la tierra, el hombre y la inmensidad.
La concibe el árbol en su silueta de campaña lentamente ascendiendo.
La ofrendan las aguas al no concluir.
La inscribe la brisa al rozar las vallas y las semillas soltar sus aros doblemente dobles para la paz, el amor.
El amor. La mano se tiende. El rayo.
El amor. La habilidad despierta y comienza su red a envolver lo que nunca tuvo red, menos rayos de sol sobre la puerta del albergue.

 

*
Estamos cercados.
El espacio amordaza.
La altura desaparece.
Se ha perdido la inmensidad
permaneciendo un oscuro cascarón
que busca afanosamente
el borde final del cielo.

 

*
Mi aroma de lumbre:
armario
grifo
buril
hace imposible
que los rayos no dejen de encontrarme.
Los caminos no concluyen
están en el primer saludo
y el primer paso con el que se va.

 

*
Entro donde nadie me llama.
Toco el timbre
le doy vuelta al manubrio
y es cuando empiezo a brotar
muy semejante a aquel
manantial cubierto por pedruscos
y sobre el que un jilguero
puede vivir.
Solamente yo sé de él.
Ahora canta
los límites se abren
y un niño halla
el camino del samán
o el de la espada violentamente
atravesando.

 

*
La calle, el mendigo, la soledad
El hombre en su reinado
de descuentos y asaltos
En la avenida
el saludo se borra
por el recio afán de la obsesión
La gente se dispersa
se pierde sin llevarse
la armadura efectiva del “Buenos días”
Mas ahí
En quieto y atrayente oleaje
la contorsión de la mazorca
el alarde directo de la competencia
el regadío húmedo de lo campestre
y su movimiento hacia fuera
muy poco hacia adentro
Un bolso de geranios
grises de vendaval
hace sombra sobre el cemento
no carga cuento alguno de la niñez
es apenas un azul opaco
para la lejanía de los árboles
La mujer
los ojos sobre las toronjas
dicen que aún hay fe
en las aldeas de los ríos
junto al sol, allí
para la llegada de la paz
entre los hombres que siguen
hacia lo lejano, diferente, otro
El disparo
su rostro de rencor
su frente de alerta y punzón
ha herido la azucena blanca de los enlaces
el niño, el anciano, el adolescente
buscan la planicie curva de los mares
y el alma siempre dentro
en pequeño caracol
aguarda huellas, propósitos, decisiones
Lejos, los nidos cálidos de los cables
reciben lentamente
el cargamento múltiple de la ciudad

 

Estos poemas de la poeta y dramaturga Elizabeth Schön pertenecen a los libros Antología poética (Caracas: Monte Ávila Editores, 1999) y Luz oval (Caracas: Editorial Equinoccio, 2008).  El header fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de fotos de Alfredo Cortina. La selección y transcripción de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza.