Con este conjunto de cartas dirigidas a Salustio González Rincones iniciamos una nueva sección titulada «Correspondencias». En este espacio publicaremos una muestra del intercambio epistolar de autores contemporáneos, tanto venezolanos como del extranjero. En esta oportunidad, los escritores Julio Rosales, Julio Planchart y Rómulo Gallegos, junto con los pintores Manuel Cabré y Rafael Monasterios, ofrecen una imagen refractaria del poeta Salustio y la posibilidad de  indagar en el anecdotario íntimo.  Estos testimonios fechables  trascienden  las motivaciones circunstanciales  y  se nos entregan como un retrato de una época en la cual se gestaba los inicios de la modernidad artística en el  país. 

JPG WEB DATOS DE SALUSTIO004

Caracas 20-2-1911

Señor Salustio González R.

Barcelona

Recibí tu carta del 24-12-1910 la que me complació mucho pues ella me demuestra que aún me recuerdas. Ante todo te agradezco mucho el haberte ocupado en cosas (informes acerca de venta de cuadros, etc.) que en medio de tus propias preocupaciones han de ser seguramente molestosas para ti.

Yo a pesar de Chellini, pintura de muñecos, y otras muchas cosas que me alejan por completo de mis sueños de arte, pienso pintar algo para el Salón París pues me enloquece solo el pensar en la posibilidad de poner una tela mía en el mismo lugar donde las hay de Rusiñol, Meifren y otros chivalísimos.

En cuanto a los demás; Monsanto, G. Hernández, etc. ya están en cuenta del asunto y cosa de interés para ellos será el que me manden o no.

Ahora, hablando de tu carta aunque me dio gran contento el verla no me satisfizo por completo pues ambicionaba saber algo de ti, de tu propia vida y fortuna. Ya sé que esto es mucho pedir a un Judío Errante, pero, qué quieres, a nosotros a los que aún envejecemos en esta Tebaida nos parece palabra divina la que nos llega de un compañero que se encuentra luchando. Justamente en la tierra que es el objeto de nuestras ilusiones de arte.

Pero, en fin, no hagas caso de esto que yo sé que el tiempo, allí, es muy escaso y precioso para malgastarlo en charla inútil y escrita.

De aquí no te digo nada porque nada hay que decir; todo igual, todo del mismo color que cuando tú lo dejaste; todos los días hace sol, la cantidad de luz es soberbia y una primavera, pero qué primavera… en fin como cuando tú estabas aquí.

Otero se fue a Buenos Aires, pero eso debes ya saberlo por Soublette. Como se fueron juntos. Y ahora que nombro a Soublette; yo te hubiera mandado con él, a sr posible, un abrazo, pero este señor tiene un modo muy original de irse pues supe su viaje en la misma estación, cuando fui a despedir a Otero, donde apenas lo vislumbré (a Soublette) por pasar como una exhalación para desaparecer en el abismo de un vagón y no dejarse ver más.

Supe que (por el pago de unas máquinas veo esa caña) te suspendieron la asignación que El Tiempo te pasaba por tus crónicas. Quisiera saber cómo te las arreglas. Supongo que tú contarías con esa patada indispensable por ser cosa que dependía de tus conciudadanos.

A Monasterios que le escribiré en el próximo correo y cuatro abrazos.

Y ahora vale mío perdona esta gran lata que como todas las de su especie no tiene pies ni cabeza.

Recibe un abrazo de mi viejo; abrazo de toda la cuerda, y de que ya debes estar como una guanábana de regalo.

Aguanta otro abrazo de tu amigo que te quiere.

M. Cabré.

Como supongo que cuando veas estas líneas ya habrás leído la carta, te doy las gracias por el maravilloso trabajo de ortografía elemental que indudablemente has ejecutado.

Como Otero se fue, tanto tú como Monasterios pueden escribirme con esta dirección: Botiquín de Altagracia (para M. Cabré).

 

Caracas, octubre y de 1911

Estimable dramaturgo
Barcelona

He recibido invitación a colaborar con la revista de Rubén Darío y Guido Fils. Por su puesto que emigro desde luego de las revistas parroquiales

Como abriré una nueva serie de cuentos. Y como soy juez, quiero aprovechar para editar todos los cuentos publicados ya, que no figuran en Caminos muertos. Hazme diligencias con todo género de editores, inquiere toda clase de formatos, averigua toda suerte de contratos, husmea toda especie de negocios, toma todo grado de interés y envíame un informe sobre el resultado de tus complicadas gestiones. A la vuelta te doy el índice del libro, que me calculan en «la Bolívar» en 60 y pico de páginas en long primer y diez y seis avos [sic].

Julio. H. Rosales

 

Barcelona, 22 de febrero de 1912

Señor
Salustio González
París.

Querido vale

No sabes la falta que me has hecho, la noche de tu partida tuve que irme a un café y estuve hasta las 3 de la mañana y sin embargo cuando me acosté no pude dormir, anoche mismo estuve hasta cerca de las 3 sin dormir.

Vale, no sabes la falta que me haces, si tuviera dinero me hubiese ido hoy mismo. Bueno, basta de tanta pendejada.

Te he despedido del señor Calvo y de Parera, le entregué el libro a Enrique. Me dijo: yo creí que Salustio me lo hubiese botado con la prisa del viaje.

Doña Luisa me dijo que si no me estorbaban los escritorios los dejara aquí.

Aquí te han sentido mucho y me encargan te salude lo mismo el señor Calvo, Parera y doña Luisa.

Aquí estuvo la mamá de Paulita a preguntar por ti y me dijo que te dijera que el hombre de los cinco duros que quedó encargado de arreglarle los papeles a Paulita no ha aparecido. Ella por las señas que me dio, saqué que era Cuello (a pesar de haberme dicho que sería un hombre de 25 años) yo le di la dirección de él.

En fin, vale, dime cómo es la vida en esa y me da razón de los museos, y cómo te fue en tu viaje y cómo te ha ido en esa.

Es muy tarde y tengo mucho sueño y pereza y por eso no te escribo más largo.

Tu vale que te abraza.

[Rafael] Monasterios

 

CÁMARA DE COMERCIO
DE CARACAS
AVE. NORTE No 6
CARACAS-VENEZUELA

21 de noviembre de 1921

Mon cher Salustio

Me acaba de decir uno de tus hermanos que te han nombrado Secretario de la Legación de Venezuela, aprovecho el placer que me da la noticia para escribirte. Ya lo hice también al casarme, mas no sé si recibiste la carta. Por aquí no se te olvida, mon cher Salustio.

Estoy casado y tengo un hijo. Vivo ahora en el campo pero tengo casa en Caracas, muy cerca de la plaza de la Misericordia, la que tantas veces oyó tus añoranzas de París ¿Recuerdas? Como de redactar el boletín de la Cámara de Comercio y de ejercer su secretaría, como yo y comen mi mujer y mi hijo cotidianamente, y algunos otros a quienes invito entre días.

En tanto espero que mi luenga y terrible dispepsia mejore y esté más alimentado y menos decaído para poder trabajar más tiempo, medito obras que deseara fueran inmortales. Allá veremos si siquiera viven los que las rosas (como que son las rosas de Malherbe) cuando se produzcan. Mientras tanto me indigesto de la pluma, quiero decir, como de redactar y corregir escritos comerciales.

¿Qué haces tú además de tu secretaría? ¿Tu industria de pintar telas a mano cómo anda?

Yo espero poder ir a verte a tu París. Yo espero ir a verte en cualquier día de unos de los años próximos, toco la puerta de tu casa, y al abrirla tú te doy el gran abrazo.

Por ahora recibe uno volado de tu amigo.

Julio Planchart

 

Barcelona, 4 de febrero 1930

Salustio González Rincones
París

Querido co-alborado:

Esta Barcelona del encabezamiento no es aquella del manso Neverí, sino esta de aquerida el Atlántico a donde he venido por asuntos de reedición de Doña Bárbara, La trepadora, etc.; pero, aunque estamos otra vez tan cerca, en esta no podré darme el gusto de verte porque la masa no está para bollos. De aquí pasaré a Madrid y luego a casa, a menos que Doña Bárbara y compañía me den pesetas.
Pero si no puedo ir yo, vuelve Doña Bárbara en su segunda y definitiva forma, es decir con algunas correcciones y adiciones, y va con la debida dedicatoria que en la otra no llevó por haberte sido enviada, no por mí sino por el editor y estando yo en Venezuela. Así pues no fue por descortesía. También te mando un ejemplar para don César y otro para que me hagas el favor de entregárselo a Arturo Uslar. A Zurrieta me le dices que se lo vuelvo a mandar para subsanar la falta de aquella dedicatoria.
Probablemente el editor inglés Jonathan Cape hará una traducción, pues me ha pedido con urgencia un ejemplar ¿Crees que será posible una francesa?
Escríbeme. Luego te escribiré con más calma, pues ahora lo hago de prisa para aprovechar el tiempo muy limitado a fin de despacharte hoy los ejemplares.

Te abraza tu afectísimo

Rómulo [Gallegos]

Barcelona. Rambla-Canaletas-6-3o B.

JPG WEB EL PUENTE TRIUNFAL001
Manuscrito de la obra dramática El puente triunfal

 

Salustio González Rincones (San Cristóbal, 1886-1933). Poeta, dramaturgo, cronista, diplomático y traductor venezolano. Estuvo vinculado con el grupo La Alborada y  cursó estudios de Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela. En algunas oportunidades, utilizaba el anagrama Otal Susi para firmar sus escritos. Publicó Las cascadas asesinas en 1907, año en que compuso su Carta de Salustio González Rincones para su mamá que está en Nueva York. También destacan sus libros Trece sonetos con estrambote a Σ (1922),  La yerba santa (1929), Viejo jazz (1930) y Cantando germinan (1932). De su obra ha dicho el poeta Gregory Zambrano: «De la personalidad de Salustio se dio a conocer su temperamento impulsivo y lúdico al mismo tiempo, que llevó al campo de la poesía y que habría de confluir en una obra extraña, densa, imprevista, sorpresiva, pero también vital, inteligente y audaz».

 ~

Estas cartas  pertenecen al libro Salustio González y la generación de La Alborada (Fundación Celarg, Colección La Alborada: Caracas, 1998). La selección, transcripción y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un detalle de un retrato de archivo.