I

Saqué el casete marca TDK del envoltorio. Leí las etiquetas en bolígrafo azul en ambos lados. Caligrafía esbelta, elegante. Abrí el reproductor y, con un leve soplo, sacudí todo rastro de polvo. Introduje el casete con delicadeza, asegurándome de que los cabezales estuvieran a tono. Al pulsar «play», la cinta magnética empezó a deslizarse. De repente, estalló una voz imperativa en las bocinas. Era una mujer: «Lo que quiero es que hables y te olvides de la grabadora». Supe que era un gancho natural de la entrevistadora: templar al invitado o más bien animarlo, sacarlo del nerviosismo. Esa naturalidad del archivo también vale para la historia.

Todos concuerdan que la periodista y poeta venezolana Miyó Vestrini sabía explorar  a sus entrevistados. Aquella noche caraqueña de 1980 se reveló tal genialidad con Ludovico Silva (1937-1988), uno de los intelectuales criollos más importantes del siglo XX. Sólo ella sabía que aquel hombre tenía una historia que muy pocos conocían. Una mesa, dos whiskys a las rocas y la grabadora en medio bastó para llevarme a una experiencia única. El sonido, la imaginación y la memoria.

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Desde su primer número, la revista circuló trimestralmente a un costo de 2 bolívares con un tiraje de 5 mil ejemplares por número.

II

Ludovico Silva nunca se imaginó que iba a trabajar en una oficina. Aún así, asumió el reto a partir de 1965 cuando aceptó la Secretaría General del Ateneo de Caracas. Desde muy temprano se propuso convencer a la junta directiva de que la institución necesitaba una publicación periódica. Para la época se editaba la Revista Nacional de Cultura y las revistas de los grupos literarios como Sardio, El techo de la Ballena y Tabla Redonda. Dentro de ese ámbito editorial nace Papeles (1965-1972).

Papeles muestra al Silva editor. Como dijo alguna vez Jorge Herralde, el editor es «un orquestador de grandes maniobras o conspiraciones de alto nivel». El ser que sirve de autopista para el mensaje, el que saca a flote las más inauditas conexiones, el que hace de la cultura un espacio sin fronteras. Miyó Vestrini obtiene de Ludovico Silva las pulsiones del editor venezolano: el sujeto que va en contra de las dificultades del medio, especie de Quijote invencible.

«Yo siempre en materia de colaboraciones y de dirección de revistas he sido muy exigente en materia de la calidad, lo cual me ha constado no pocos disgustos», dice Silva. Escuchar esta entrevista, treinta años después, nos recalca la importancia del editor en nuestras sociedades contemporáneas. ¿No es el editor la garantía de la existencia de la crítica y la libertad? ¿No es la lectura acaso la esperanza del mañana?

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“Éramos una revista progresista. Al mismo tiempo, queríamos tener nuestra línea editorial propia, desligada del discurso estatal. El Ateneo de Caracas era una institución abierta a la diversidad de pensamiento”

III

En 1966, una polémica editorial explotó en nuestro país: la edición Nº2 de Papeles fue tildada por numerosos medios impresos y representantes de la Iglesia católica como de «pornográfica», «obscena» y «morbosa». Miguel Otero Silva, uno de los miembros del Consejo Editorial de la publicación, escribió en el Nº3: «¿Por medio de cual proceso especulativo hubo de convertirse un niño desnudo, si bien impreso de manera trastocada, en una tan espantosa concupiscencia dentro de la mente de los inexorables calificadores? Inevitable es traer a cuento el decir de San Pablo: Yo bien sé, y estoy seguro según la doctrina de Jesús, que ninguna cosa es de suyo inmunda, sino que viene a ser inmunda para aquel que por tal la tiene (Epístolas a los Romano, 14-14)».

En el audio que Letra Muerta dispone al lector se encuentran los detalles del escándalo. Sin embargo, queremos cerrar con el comentario que recibiría Ludovico Silva del escritor argentino Julio Cortázar, fechado en París el 30 de noviembre de 1966: «Gracias por Papeles, que está admirablemente presentada y por el cuidado tipográfico con que fueron impresos mis textos. Junto con Diálogos de México y la Revista de la Casa de las Américas, de Cuba, me parece la mejor publicación mejor diagramada del continente. No he tenido tiempo de leer todo el número dos, pero me gustaron muchos poemas de Acosta Bello, en cuanto a los dibujos de Régulo Pérez, son extraordinarios».

*Los invitamos a visitar el  soundcloud de Ludovico Silva.

 

 

El audio es cortesía de  la Biblioteca Nacional de Venezuela, verificado por Babel Imago y editado por Valentina Franquet. La entrevista al poeta y filósofo Ludovico Silva estuvo a cargo de Miyó Vestrini. El header fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de fotos del archivo de Ludovico Silva.