I
A la esperanza
F. Hölderlin
Tú que no desdeñas la casa de los afligidos
¿Adónde me conduces?
Ya aletean en mí la noche y el jazmín
Privada ya de cánticos me ocupa el pecho el corazón
En la calma te busco
O cuando en alto viento arden los corazones traspasados
Y el brillo de la vida en la vida afiebra los tulipanes
En la calma te busco
En la calma te busco
Sujétame el corazón
Ampárame
En la calma te busco
Privada ya de cánticos el alma se desplaza
El silencio arrastra el aire
En casa de los afligidos
Íngrima amanece la flor
En casa de los afligidos
Él, que no desdeña
¿Adónde me conduce?
Los míos tienen limpio vestido
(He plantado una viña)
Los míos tienen limpio vestido
(He plantado jardines)
¿Adónde me arrastras tú que no desdeñas?
Privada ya de cánticos mi corazón habita la casa del duelo
Y me ha sido dado escuchar
«la pena del rostro es remedio del alma»
Y me ha sido señalado regresar a la iluminada cripta
Velar por estas dolencias de lo más que somos
Mientras van restándonos cavidades
todo
Excepto el temblor
Mientras insisto en darle vuelta a cada rosa
Mientras agradezco
Mientras agradezco a Emily Dickinson haberme confiado
«el cerebro —es más extenso que el cielo—
el cerebro es más profundo que el mar
—el cerebro es solo el peso de Dios—»
Cerebro y Cielo y Dios
Escucharon el roce del cuchillo sobre mí
Cerebro y Cielo y Dios
(Limpio todo lo que en mí necesita ser limpiado)
Cerebro y Cielo y Dios
Al acallarme
El
que me esclarece
El
amantísimo
rozó mi frente y oscureció mi nombre
I I
A la rosa enferma
W. Blake
Me ha sido confiado el frágil olor de la piedad
El corazón me ocupa el pecho
La rosa me acalla
Accederé al cielo de la humildad
Regresaré al jardín quemada
Ciega del candor del pájaro de arriba
El, que no desdeña
¿Adónde me conduce?
Privada ya de cánticos le arranco el brillo al pájaro
Me arranco el árbol que había en mí
Despierto a los afligidos
Hincada amanezco
A las puertas de la casa de los afligidos
Coronada abro los ojos en casa de los afligidos
He llegado hasta aquí
Obedezco el mandato del canto
Levanto la aldaba
Levanto la aldaba y me santiguo con la niebla
He llegado hasta aquí
Obedezco el mandato del canto
Se me indica rogar
no con ruido de palabras
Ruego
no con ruido de palabras
Se me indica acostarme boca abajo
en forma de cruz
besando con el pecho
besándole con el pecho
¿Adónde me conduce?
Obedezco el mandato del canto
Atravieso tras el pájaro
Atravieso el patio rogando sin ruido de palabras
Llega la hora
Coronada voy tras cada uno de los afligidos
Coronada presencio el instante en que se inclinan
uno a uno envuelven en el sudario la Rosa
Por la Rosa deben velar antes
Por la Rosa deben velar antes de que sus corazones ennegrezcan
Llegué
Obedezco el mandato del canto
I I I
A ti lengua santa,
a ti te adoro,
más que toda plata,
más que todo oro.
Anónimo sefardí
Me ha sido asignado un nardo
Me ha sido dictado sacrificio de alabanza
He de cercarlo
«Yo lo rocié
con los mil olores»
«Yo lo rocié
con los mil olores»
He de despertar a las criaturas piadosas
Es tiempo de que florezca la flor entera
Es tiempo de arrancarnos el pistilo del pecho
Que abra mis labios
El, que no desdeña
Que su nombre fruto sea en mi mesa
He de invocar Ángeles
Ángeles para los Esposos
para que puedan decir sí a toda nueva vida
confiada por El
por El obsequiada
en lengua florida
con el corazón llameante
☙
Patricia Guzmán (Caracas, 1960). Poeta y ensayista venezolana, comunicadora social egresada de la UCAB. Obtuvo el doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de La Sorbona (París III). Ha publicado De mí, lo oscuro (1987), Canto de oficio (1997), El poema del esposo (1999), La boda (2001), Con el ala alta. Obra poética reunida 1987-2003 (2004), Soledad intacta (2009), Trilogía (2010) y El almendro florido (2017), este último con ilustraciones de la artista Patricia Van Dalen. Parte de su trabajo como investigadora de la poesía venezolana se encuentra publicado en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho, específicamente sobre la obra poética de Ramón Palomares y Ana Enriqueta Terán. Su amplio trabajo sobre Hanni Ossott es muy reconocido.
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Este extenso poema forma parte de la publicación Trilogía (Hilos Editora, Buenos Aires, 2010). El volumen consta de tres libros de la poeta Patricia Guzmán: El poema del esposo, La boda y La casa de los afligidos. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un retrato de Conrado Veliz. Graciela Yáñez Vicentini y Néstor Mendoza realizaron la revisión de los textos. La dirección fue de Faride Mereb.