2:37 A.M. Se queda en la cama, dando vueltas, insomne.

2:37 A.M. Enciende la lamparita de la mesa de noche e intenta leer; pero no puede, está tomado por una extraña inquietud.

2:37 A.M. Va a la sala, y allí se queda, parado en la oscuridad mirando las ventanas.

2:37 AM. Vuelve a salir a la sala. Llega hasta la ventana del balcón, se asoma. La noche es hermosa y serena como un río en la oscuridad. A la distancia, la autopista deja oír su respiración profunda. Pero él sigue inquieto. Algo le habla y aún no entiende. Hay que escuchar, la noche habla y hay que escuchar.

2:37 A.M. Por fin comprende, se para de la cama, busca su escopeta y se sienta a esperar en la mecedora que ve hacia el balcón. Dos horas más tarde vuelve a la cama.

2:37 A.M. Se acomoda otra vez en la mecedora, con la escopeta sobre las piernas. Imagina, para distraerse, que tiene en frente un jardín lleno de flores que respiran en la oquedad.

2:37 A.M. Ve a la silueta que se alza sobre la ventana del balcón. Primero son las manos que se sujetan a los bordes. Después la cabeza, que de inmediato se alza para darle paso al tronco, y luego los brazos que se doblan, con los codos apuntando hacia arriba, y una pierna que se desliza, y la otra, y finalmente el cuerpo entero en la sala.

No puede evitar una sonrisa al ver que el ladronzuelo se queda allí, en lo negro, escuchando, verificando que sus acciones no han despertado a nadie. Buenas noches, dice él.  La sombra se tensa, en sus manos crece una hoja de puñal. Él vuelve a hacer una sonrisa que el ladrón no ve. Tienes siete noches jodiéndome, ya es suficiente, y entonces dispara. Afuera se encienden algunas luces en las ventanas. Dejen de hacer ruido, carajo, grita alguien. Las luces flotan en la ventana por unos instantes. Luego se desvanecen. Así de indiferente es la ciudad, piensa, y luego: más que indiferente, egoísta.

Deja la escopeta, reclinada, vertical, a un lado de la mecedora. Bosteza como bostezan los héroes satisfechos, y se va a la cama. Mañana se encargará del muerto. Si acaso existe alguno.

 


Portada: Detalle de fotografía de Vasco Szinetar