Por motivo del 29 de noviembre, día en que hicimos público este sello editorial.

 

CARICIA 
La mitad de lo que le ocurra

a mi hijo,

será culpa mía.

Qué bien.

Lo digo así,

recubierta de collares y lunares,

veinticuatro horas después de enviarte a Paris,

y supieras lo que es estar lejos de casa.

Llega hasta a mí

tu rostro de adolescente despeñado,

levantado hacia un profesor ansioso de enderezar

a este pequeño viejo rico.

Hay que ser fuerte,

te dicen:

sólo si lo eres tendrás derecho a cumplir

dieciocho años

y oler la cocaína que quieras.

Y vomitarte sobre la vajilla de tu madre

en la cena ofrecida

para celebrar tu regreso.

Por ahora,

te sacude el frio en el dormitorio de los grandes

y aprietas la medalla que te regaló tu novia

en el aeropuerto.

No he terminado contigo, decía la tarjetica,

prefiero que lo hagan otros.

Y firmaba:

mami te quiere.

Te sacaron de la galería de espejos

para que no rompieras el diseño de la arquitectura holandesa.

Aun antes de tu llegada

ella sufría de baby blues

porque,

¡ay!, gemía,

no estoy preparada para ser madre.

Ahora eres tú,

quien no está preparado para ser hijo.

Odias lo que está bien,

odias lo que está mal.

Estás perdido entre Le Pere Lachaise

y la rue Delambre.

No hay suficientes recuerdos como tú quisieras.

Ya juegas con la inmortalidad:

pobre rata,

qué poco vales en la apuesta,

te gritan los transeúntes a la caída del sol.

Miras el papel higiénico

impregnado de tu caca de niño triste.

De niño malo

enviado a París con un recuadro en el cuello:

menor viajando solo.

 

 

Del libro «Todos los poemas» –  Valiente ciudadano, Monte Ávila, 1994. Caracas, Venezuela.

Miyó Vestrini (27 de abril 1938 ~ 29 de noviembre 1991)