El 18 de enero de 1979, Rómulo Betancourt (1908-1981), expresidente de la República de Venezuela y fundador de Acción Democrática (AD), le escribe a Germán Carrera Damas: «Trabajo en mis memorias. Espero terminarlas en este año 79»1. Así enuncia el político veterano de mil batallas no solo su deseo de hacer balance con su obra pública, sino la asunción de un retiro que muy poco se conoce. Su hija Virginia Betancourt Valverde refiere: «El reposo del guerrero fue para mi papá sinónimo de impotencia y soledad».
Era verdad. Desde 1972 hasta 1981, año final en que lo rapta la muerte en New York, Rómulo –como el pueblo lo empezó a llamar en sus inicios– vio cómo su partido se hundía en el escándalo moral, además de ser testigo de divisiones internas y de derrotas electorales dolorosas. Frente a él, el sistema de la democracia representativa se desmoronaba y las necesidades de las mayorías quedaban al desamparo. Por eso, en febrero de 1981, aludiría con la gravedad del caso a la «la falta de confianza en el régimen democrático».2 El Caracazo de 1989 así lo demostraría.
Atrás había quedado la figura del Rómulo de la generación del 28 que combatió a Juan Vicente Gómez, o el decisivo y menos polémico de la denominada Revolución de Octubre (1945-1948), o el férreo constructor de la república democrática y liberal erigida luego del 23 de enero de 1958, sobreponiéndose tanto a los sectores de derecha y a las guerrillas de la extrema izquierda (1959-1963). Allí estaban sus huellas en el siglo XX: el mantenimiento y consolidación del sistema democrático representativo. Era más que un sobreviviente. Su legado estaba intacto. Y él lo sabía.
NARRAR LO VIVIDO
En una entrevista a un corresponsal chileno, Rómulo responde: «Creo que estas experiencias que se han hecho en Venezuela y las anteriores de mi vida pública, deben ser contadas en el lenguaje sencillo y directo de las gentes, no en plan de oráculo que está dictando mensajes dogmáticos, sino de un hombre que tenido una experiencia vivida y quien se siente con la obligación de transmitirla a las nuevas generaciones a través del lenguaje escrito».3
En esta misma onda se publica, en julio de 1978, el modesto trabajo de gran formato y full color titulado Multimagen de Rómulo. Vida y acción de Rómulo Betancourt en gráficas. Al abrirlo me encuentro, debo confesarlo, con la firma auténtica del personaje en la cubierta interna en tinta negra. Las letras dan un orden vertical, de trazo anguloso, que revela la presencia de un hombre imponente. Se lee: «Rómulo Betancourt. Pacairigua, julio de 1978». Tal es el preámbulo de este recorrido biográfico que se despliega en mis manos.
Resulta un detalle que invita adentrarse en los pasajes más íntimos del líder oriundo de Guatire. Viajar a la médula de un hombre de Estado desde la multiplicidad y a la luz del presente convulso que vivimos. Sin embargo, ¿cómo narrar la «experiencia vivida»?
RÓMULO EDITOR
La palabra no lo es todo. La fotografía para Rómulo también fue vital. Ambas son capaces de trasmitir los destinos del hombre y su cultura. El acto de comunicar era fundamental: él que fue cultor del panfleto, columnista agitador y editor clandestino no solo en Venezuela, sino en otros países de la región. Antes que dirigente de partido fue creyente del impreso. Desde joven asomó que la política surgía de la lectura y las realidades sociales que circundan al sujeto.
Quizás por eso estuvo tan comprometido en la confección e impresión de Multimagen en los talleres de Editorial Arte, en Caracas, en los meses de 1977. Entre las tintas y las planchas, acompañó a Alirio Palacios, uno de nuestros artistas plásticos de más renombre internacional; Palacios, hay que decirlo, tuvo la responsabilidad de diseñar las obras betancourianas a propósito de los cincuenta aniversario de vida política (1928-1978). Rómulo también fue testigo de la impresión de la obra, quien estuvo a cargo del maestro Javier Aizpurua, toda una institución editorial en el panorama nacional.
En Multimagen confluyen, como en una pieza orquestal, lo artístico y lo iconográfico, llevado de la mano por las fotografías de Juanito Martínez Pozueta, Leo Matiz, Horacio Márquez, Jorge Humberto Cárdenas, José Sígala, Mario Bertorelli, Francisco Barrenechea, Nelson Sánchez Chapellin y Luis y Edith González Herrera. Sin embargo, se suma a esta galería la sensibilidad de lo poético y lo político en manos de Juan Liscano y Carlos Gottberg, quienes presentan a un Rómulo de carne y hueso, muy alejado de la leyenda, en dos ensayos valiosos por su riqueza testimonial.
LOS RÓMULOS
«Nada de lo venezolano me es ajeno», dijo alguna vez Rómulo, parafraseando a Heráclito.4 Quien se pasee por Multimagen verá que este argumento recoge con exactitud tal idea: el hombre que abarca y deja su impronta en las facetas más disímiles posibles. A propósito, quiero hacer hincapié en esto: para el historiador le es complicado quedarse con la imagen de un solo Rómulo. Quizás esto provenga de la dificultad para acercarse a los denominados «grandes hombres». ¿Cómo podemos saber si estamos frente a uno de estos?
Manuel Caballero esclarece este tema con lucidez: primero, que su acción haya dejado huella en las masas; segundo, que rompan con una tradición y sea capaz de inaugurar otra; tercero, que su impacto, negativo o positivo, interese al conjunto de la sociedad y no solo una parte de ella; cuarto, que no se contenten con ser un producto de la historia, sino que sus hechos hagan posible torcer su rumbo; y quinto, que sean constructivos de nuevas realidades, en vez destructivos5.
Rómulo entra en la lista de los grandes. A treinta y seis años de su fallecimiento, su legado seguirá siendo referencia en el panorama político y emocional de nuestra contemporaneidad. Fue su «voluntad de poder», como lo acota Luis Ricardo Dávila, la que configuró un sistema de partidos en un país azotado por la inestabilidad dictatorial; y a parte de eso, fue a través de su partido como se fundó, desde 1945, un valioso grupo de representaciones políticas y sociales: el derecho al sufragio universal, directo y secreto, entre tantos otros.
Multimagen amplía el entorno civilizatorio en que vivió el líder, quien según Mariano Picón Salas, «supo ser el piloto de la más rabiosa tormenta»6. El lector exigente podrá obtener de él no la lisonja partidista interesada, sino los pasajes históricos palpitantes de nuestro devenir nacional.
EL LIBRO ABIERTO
«Betancourt es el dirigente político que más ha escrito en toda la historia de Venezuela, desde el libro, el panfleto, el artículo de prensa, la conferencia, y como queda dicho, cartas», refiere Caballero.7 Como autor directo, Rómulo publicó Una república en venta (1937), Problemas venezolanos (1940), Venezuela, política y petróleo (1956) Hacia América Latina democrática e integrada (1967), Venezuela dueña de su petróleo (1975), Héroes y villanos (1987), entre otras ediciones con recopilaciones de sus discursos. También se reconoce su participación en la edición de los textos fundamentales En las huellas de la pezuña (1929), el Plan de Barranquilla (1931) y Con quién estamos y contra quién estamos (1932). Además de eso, la Fundación que lleva su nombre ha publicado numerosos tomos con lo más granado de sus documentos personales.
Estamos hablando de un hombre que desde muy temprana edad quiso dedicarse a la escritura. Si revisamos su archivo personal, esta vocación queda reflejada de igual forma: las letras también construyen ideales y voluntades para transformar la vida de los pueblos. Carrera Damas agrega que «sentía que vivía para la historia»; y que en fin, tenía clara conciencia de estar escribiendo y alimentando «su propia biografía».8 Este pasaje abona la idea de un Rómulo nadando en un mar de papeles para conciliar su propia figura en el mundo que le tocó vivir. Se sabía ligado a la posteridad.
Así lo eternizó Francisco Barrenechea en la portada de Multimagen. Un Rómulo lector, observándose a sí mismo, disfrutando la quietud de su despacho de Pacairigua junto con su inseparable pipa. Pasearse por la Venezuela del siglo XX desde su propio sillón. Y nosotros, partícipes en una galería solar que tiene mucho que enseñarnos.
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Ficha técnica
Título: Multimagen de Rómulo: vida y acción de Rómulo Betancourt en gráficas.
Editorial: Orbeca.
Diseño gráfico: Alirio Palacios.
Impresión: Javier Aizpurua.
Ciudad: Caracas.
Año: 1978.
Textos y leyendas internas: Juan Liscano y Carlos Gottberg.
Foto de portada: Francisco Barrenechea.
Fotografías internas: Juanito Martínez Pozueta, Leo Matiz, Horacio Márquez, Jorge
Humberto Cárdenas, José Sígala, Mario Bertorelli, Francisco Barrenechea, Nelson Sánchez Chapellin y Luis y Edith González Herrera.
Páginas: Sin paginación (300 apróx.).
Dimensiones: 29 x 23 cm.
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1 Carta citada por Germán Carrera Damas. Rómulo histórico. Caracas, Editorial Alfa, Biblioteca Germán Carrera Damas, Nº2, 2013, p. 470.
2 Rómulo Betancourt. «Intervención en la XXI Convención Anual de Acción Democrática,» en Selección de Escritos Políticos 1929-1981, p. 443.
3 Carlos Gottberg. «Visto de cerca» Multimagen de Rómulo. Vida y acción de Rómulo Betancourt en gráficas. Textos: Juan Liscano y Carlos Gottberg. Caracas, Orbeca, 1978.
4 Idem.
5 Manuel Caballero. Contra la abolición de la historia. Caracas, Editorial Alfa, Biblioteca Manuel Caballero, Nº13, 2008, pp: 143-144.
6 Citado por Luis Ricardo Dávila en «Estudio Introductorio». Rómulo Betancourt. Antología Política. Volumen séptimo. 1959-1964. Caracas, Fundación Rómulo Betancourt y Universidad Pedagógica Libertador, 2007, p. 50.
7 Manuel Caballero. Ob.cit., p. 15.
8 Germán Carrera Damas. Ob.cit. p. 464.
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El registro fotográfico, así como la cabecera principal, estuvieron a cargo de Samoel González Montaño. Néstor Mendoza realizó la revisión de la reseña. La dirección fue de Faride Mereb.
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