Con  José Sabatino Pizzolante, Edda Armas y Luis Molina-Pantin continuamos esta serie dedicada a las bibliotecas de autores venezolanos. Accedemos a los espacios donde habitan los libros, a «su activa quietud», a esa doble posibilidad de visitar lo universal, lo íntimo: las lecturas habituales y las ediciones atesoradas. Una biblioteca dice mucho de quiénes somos. En su aparente desarreglo está el orden de nuestros gustos. Una pared habitada de libros nos espera.

 

JOSÉ  SABATINO  PIZZOLANTE

 

Nuestra biblioteca  en un caos pero en perfecta armonía, al menos para nosotros quienes la hemos visto nacer, crecer, casi morir y renacer. ¿Acaso no ocurre eso, a veces, con ellas? Encierra muchas de nuestras lecturas juveniles, también nuestros  LPs, CDs, fotografías y postales antiguas, hemeroteca y papeles sueltos, cuadros, entre tantas cosas conectadas a nosotros, a nuestras vivencias, a nuestra tierra, así que para nosotros es una todoteca, receptáculo de aquello por lo que tuvimos o tenemos particular interés, génesis de nuestra Memorabilia Porteña. 

Por supuesto, los libros son mayoría resaltando los géneros histórico y biográfico. ¿Los más preciados? Nuestra sección de libros antiguos y raros, impresos en el extranjero y Venezuela, algunos de ellos ejemplares únicos que han sobrevivido al inexorable paso del tiempo y la desidia: el recuento del ataque inglés al mando del Almirante Knowles a La Guaira y Pto. Cabello, editado en Londres en 1744; las Noticias historiales, Prácticas de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, impresa en España en 1765; las ediciones originales de John Sherman [1808], James Biggs [1811], Moses Smith [1812] y John Edsall [1831], acompañantes de Miranda en la invasión de 1806, y joyas bibliográficas venezolanas salidas de las imprentas de Navas Spinola, Espinal, Antero,  Corser, Rojas Hermanos, Segrestáa, Aldrey y Herrera Irigoyen, por citar algunos, entre las que destacan la  Conquista de Venezuela de Oviedo y Baños (1824); el  Diccionario de Legislación, de Escriche [1840] —considerada por don Pedro Grases la obra más importante impresa por Valentín Espinal—;  Los miserables  [1862] traducida e impresa por Segrestáa en Puerto Cabello; Ensayos sobre el arte en Venezuela [1883], de Ramón de la Plaza [1883] y  el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas Artes [1895]. 

¿Diez libros preferidos? Imposible…, solo cito algunas lecturas preferidas: 

  • Mensaje sin destino, de Mario Briceño Iragorry. 
  • Beethoven, su vida, su obra y el sentido de su música, de Carlos Brandt. 
  • Por qué no soy cristiano,  de Bertrand Russell. 
  • Cumboto, de Ramón Díaz Sánchez. 
  • El hombre mediocre, de José Ingenieros. 
  • El venezolano feo, de Adriana Pedroza. 
  • El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga. 
  • El Sistema, Orchestrating the Venezuela’s Youth, de Geoffrey Baker. 
  • Venezuela en 5 siglos de imprenta, de Blas Bruni Celli. 
  • La amada inmóvil, de Amado Nervo. 

 

EDDA ARMAS

«Agradeciéndoles de nuevo la invitación desde Letra Muerta, adjunto mi respuesta con mis 12, más algunas imágenes de apoyo. Si quieren otras fotografías me avisan, pues hice otras más.  Saludos, Edda».

De joven, inicié mi biblioteca colgando un guacal de madera de pino, de los que se usan para transportar peras, en la cabecera de mi cama en el amplio cuarto que compartía con mis hermanas menores Annella y Patricia.  Ya para ese entonces, quería mantener cerca los libros leídos y los por leer.  Recuerdo que también disponía de una mesita de noche y una pequeña lámpara naranja con forma de hongo a la que podía regulársele la luz, lo que permitía leer sin molestarles el sueño a las pequeñas. De los títulos iniciales colocados en ese guacal apenas recuerdo: un ejemplar ilustrado de Pinocho, un David Coperfield de Charles Dickens, Los versos del capitán y Odas elementales de Neruda de editorial Losada, y la Antología de poesía y prosa de Vicente Huidobro editada por Aguilar en 1967, que trae un Vicente Huidobro dibujado por Picasso, fechado un 10 de diciembre de 1921.

Al hacerse insuficiente el guacal, en un aserradero compramos unos tablones apenas lijados, los que fueron colocados con ayuda de un taladro y ramplugs azules y tornillos, ya no en la cabecera de la cama por seguridad, sino como repisa en la pared lateral.

Otro olor del bosque sustituyó el de las peras y el pino, con tres repisas para llenar. Hoy día, hay estanterías de madera mandadas a hacer ajustadas a distintos formatos, en la sala y los pasillos hacia las habitaciones, además de las que cubren las paredes en mi estudio. La verdad es que siento que nací en medio de la enorme biblioteca de mi padre, y los libros han sido y siguen siendo los mejores y más amados juguetes. Cuando se asoma la posibilidad angustiante de irnos del país, ellos son mi ancla, pues cómo irme sin ellos, cómo seleccionar algunos y dejar el resto, y qué hacer con los otros, queridos por sus propias historias, todos usados, marcados, en fin…

Nombrar doce, como doce fueron los apóstoles de Jesús, se nos hace difícil, pero agradezco el límite que también agradecerá el visitante a este espacio, y entonces nombraré algunas de las almendras más raras más sentidas más recurrentes en su lectura, como estaciones sin olvido posible, ahora con el gusto simple de compartirlas.

Mis 12 en esta ocasión, son estos:

  • Antología de la poesía surrealista de Aldo Pellegrini, edición original de Fabril Editora, Buenos Aires, 1961. Ejemplar adquirido en la Librería Suma en la Calle Real de Sabana Grande, por el escritor amigo que me la obsequió en 1972.
  • La máscara, la transparencia de Guillermo Sucre, edición de Monte Ávila Editores, 1975. Gastada, bastante subrayada, comprada ese mismo año que hacíamos el taller del Celarg, guiado por Ludovico Silva, con suplencias de Gonzalo Rojas y el autor del libro.
  • De parte de las cosas de Francis Ponge [versión castellana de Alfredo Silva Estrada], edición bilingüe en Monte Ávila Editores, 1968, con diseño de portada de Víctor Viano. Lo encontré en la biblioteca de mi padre y con su consentimiento brincó a la mía.
  • En el allá disparado desde ningún comienzo de Elizabeth Schön [poemas 1958-1964]. Portada y diagramación de NEDO M.F, impreso en Caracas por Cromotip, 1962.
  • Las personas del verbo de Jaime Gil de Biedma. Edición de Seix Barral en Biblioteca Breve, 1962. Ejemplar que me regalará Fernando Savater en octubre de 1982.
  • Trans-verbales 3 de Alfredo Silva Estrada, impreso por Editorial Arte, al cuidado de John Lange. La edición limitada de Trans-verbales consta de 16 elementos apostando a que «el poema se crea cada vez/entre las manos de/cada lector. Poema sin estructura fija/sin estructura impuesta al lector». Libro lúdico de colección, que hace muchos años adquirí en el inolvidable espacio de arte de «la librería» en Sala Mendoza cuando esta quedaba en el edificio de Las Fundaciones en la Av. Andrés Bello, cercano al Ortopédico Infantil.
  • Cosmos de Witold Gombrowicz, traducción de Sergio Pitol. Edición de Seix Barral en Biblioteca Breve, 1982. Lo compré una tarde de sábado a solas y con lluvia, tras tomar un café en El gran café de Sabana Grande, en la Librería Suma. Al mirar en el primer mesón me llamó la atención el título y la ilustración de un pájaro ahorcado en la portada, y al leer en sus primeras páginas el texto Fragmentos de mi diario en los que se habla de Cosmos, en la piel supe que esta aventura debía iniciarla de inmediato. Esa tarde también compré Literaturas germánicas medievales de Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Emece Editores, 1978. Considero que ambos libros fueron reveladores para mi vida de escritora.
  • Poesía y ensayo de Ida Gramcko, Ediciones Aguilar, Madrid, 1953. Un libro en pequeño formato en papel biblia, encuadernado en cuero verde con letras doradas en el lomo y un retrato de la poeta en portada en bajo relieve también en dorado dentro de un óvalo. Esta preciosa edición fue un regalo que me di en uno de mis cumpleaños.
  • Papeles desde el amonio de Ludovico Silva, ediciones La Liebre Libre, con prólogo de Alberto Hernández, Maracay, 2002. Me lo regala Beatriz en la Fundación Ludovico Silva [siendo uno de los que me faltaban de este autor] en los días en que allí consultaba los archivos de manuscritos de Ludovico durante mi investigación arqueológica para armar el rompecabezas de su obra Teoría poética [editada luego por Equinoccio, USB, 2008].
  • Voces de Antonio Porchia. Ediciones Hachette, Colección Narciso, Buenos Aires, 1980. Me lo compré en la Librería Lectura del Centro Comercial Chacaíto en octubre de 1982, habiendo leído los poemas de Porchia durante los días del Taller del Celarg [1975-1976].
  • Cuadernos de Paúl Valery, antología del diario intelectual de Valéry en Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, selección de Andrés Sánchez Robayna. Único ejemplar que se exhibía en la Librería Kalathos en julio de 2011, me pareció de altísimo costo en los 313 bolívares que valía en ese momento, pero yo dictaba un taller de poesía allí y pensé que sería la mejor reinversión de una parte de los honorarios que por el taller recibía.
  • Gego/Anudamientos, de Luis Pérez Oramas. Concepto Álvaro Sotillo. Fotografías de Gabriela Fontanillas. Edición de la Sala Mendoza, Caracas, 2004. Me lo obsequia el autor, cuando yo preparaba la curaduría de textos poéticos que irían en diálogo con la obra de Gego en Espacio Mercantil, celebrada en esa sala en el centenario de la artista, en 2012.

 

LUIS MOLINA-PANTIN

 

 

«Hola Faride. ¡Aquí está! Te los mando en orden cronológico. Todos son parte de mi colección, excepto el Manual que se vendió como una obra hace unos años; son los que más o menos me acuerdo, difícil sin estar en casa…  Cualquier duda me avisas. Beso. Luis »

  • Manual  político del venezolano, de  Francisco Javier Yánez Caracas, Impreso por Valentín Espinal,  1839.
  • Manual de urbanidad y buenas maneras, de Manuel A. Carreño. Nueva York, 1857.
  • Primer libro venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes. Caracas, Tipografía El Cojo, 1895.
  • Venezuela en 1925. Caracas Litografía El Comercio, 1925.
  • Rayado sobre el techo 3.  Caracas, Ediciones del Techo de la Ballena, 1964.
  • Cuvisiones,  de Arturo Úslar Pietri, Mateo Manaure. Caracas, Editorial Arte, 1968.
  • Sin Arco, (Versión grande y pequeña),de Gerd Leufert. Caracas, Refolit, 1971.
  • Autocopias, de Claudio Perna. Caracas, MBA, 1975.
  •  Sistema nervioso, de Barbara Brandli, John Lange, Roman Chalbaud. Caracas, Editorial Arte,  1975.
  • La verdad sobre el caso Vegas, de Omar «Chino» Cano. Caracas, Editorial del Ateneo de Caracas, 1980.
  • New York, de Juan Fresán. 2da. edición, 1986.
  • Arturo Herrera / Álvaro Sotillo.  Caracas, Sala TAC, , 2009. 

 

 

José  Sabatino Pizzolante [Puerto Cabello, 1965].  Abogado egresado de la Universidad de Carabobo, con postgrados en Administración de Puertos y Derecho Marítimo, ambos en la Universidad de Gales, Reino Unido. Docente Universitario, también pertenece a la Academia de Historia del Estado Carabobo como Individuo de Número, ocupando el sillón «B». Ha publicado las obras Carlos Brandt, esbozo biográfico y literario [1996]; Historia y presencia de una Cámara Centenaria [1997]; Puerto Cabello: la música en el tiempo [2004]; Las aventuras y sufrimientos de Moses Smith – Traducción y Estudio Preliminar [2006]; Visiones del Viejo Puerto [2010]; La palabra hecha paisaje, Puerto Cabello 200 años en las tarjetas postales [2011] y Puerto Cabello, Voces para un Bicentenario [1811-2011]– Compilador [2012], además de numerosos artículos en diversas revistas y periódicos, nacionales e internacionales. Próximo a publicar la biografía de Juan Antonio Segrestáa, impresor venezolano del siglo XIX. 

~

Edda Armas [Caracas, 1955]. Poeta, psicóloga social por la Universidad Central de Venezuela. Becaria del Celarg (1975-76) para el Taller de Poesía guiado por Ludovico Silva, Guillermo Sucre y Gonzalo Rojas. Autora de 16 poemarios publicados entre 1975 y 2017, y la antología personal Dagas y otras flores [Monte Ávila Editores, 2007]. Recibió el Premio Internacional de Poesía XIV Bienal Literaria J.A. Ramos Sucre por En bicicleta [2003] y el Premio Municipal de Poesía 1995 de la Alcaldía de Caracas por Sable [1994]. Presidió el P.E.N de Venezuela [2005-2009]. A su país lo ha representado en encuentros literarios en España, Francia, México, EE.UU, El Salvador, República Dominicana, Ecuador, Perú y Colombia. Asociada a los artistas visuales Carlos Cruz-Diez y Annella Armas, desde 2015, dirige la colección de poesía venezolana Dcir ediciones.

 ~

Luis Molina-Pantin [Venezolano, nace en Ginebra, 1969] actualmente vive entre Caracas y Ciudad de México. Ha expuesto individualmente en Henrique Faria [Nueva York]; Federico Luger [Milán]; Galería Marta Cervera [Madrid]; Periférico Caracas| Arte Contemporáneo y Sala Mendoza [Caracas]. Su trabajo ha sido incluido en la III Trienal de ICP [International Center of Photography] [Nueva York], VII Bienal de Gwangju [Corea del Sur] y la XXV Bienal de Sao Paulo. También ha participado en exposiciones colectivas en Americas Society y Simon Preston Gallery [Nueva York], Palau de la Virreina [Barcelona], Phoenix Art Museum y Kunstraum Kreuzberg/Bethanien [Berlin]. Su trabajo ha sido reseñado en varios medios, entre ellos, The New York Times, The New Yorker, Art Forum, Liberation [Paris], Bomb, CabinetEsferas III, de Peter Sloterdijk. Su trabajo esta incluido en importantes colecciones, entre ellas, The Museum of Modern Art [Nueva York], Blanton Museum of Art [Austin], Museum of Fine Arts [Houston], Colección Patricia Phelps de Cisneros [Nueva York] y la Galería de Arte Nacional [Caracas].

 

~

 

La cabecera principal fue diseñada por Samoel González Montaño, a partir de los retratos de José  Sabatino Pizzolante,  Edda Armas [detalle a partir de una fotografía de Lisbeth Salas] y Luis Molina-Pantin. Carlos Alfredo Marín realizó la revisión del texto y el montaje web. La dirección fue de Faride Mereb.