POEMA DE GUATIMOCÍN
MI PADRE EBRIO, MI PADRE SE MUERE
Primera versión

 

Mi padre ebrio, mi padre se muere

Mi padre ebrio habla con los ojos cerrados
Camina con los ojos cerrados
Cualquiera diría que es un muerto que camina
si él me pregunta que qué habrá yo si él muere
yo hago pucheros y me le agarro de las piernas
si él me vuelve a preguntar sobre lo que yo haría si él muriera
yo mezclo una pequeña risa con un pequeño puchero
si él me vuelve a preguntar

yo le digo Que se muera

y él un día que le desobedezco y voy a casa de un amigo a solicitar sardinas
en su nombre para que se coman las plagas de los estanques
de la casa del abuelo
y cruzo toda la ciudad con mi cajita de galletas llena de sardinas
cuando llego a casa y él está grave mi papá
él descontento con mi conducta me recuerda lo que le he dicho un día
Que se muera

entonces él que está grave mi papá me enseña dos monedas ganadas por mí
recitando aquellos poemas con los ojos cerrados en una escuela
y si mis familiares llegan y me dices «Vaya a casa de su papá y pídale perdón
por haberle dicho eso» yo les contesto que él me hacía sufrir con esa pregunta

Yo sé
mi padre ebrio me quiere mucho a mí
Si él viviera sería mi padre vivo Pero muerto hace mucho Y pidió agua de
cura antes de morir
y nos hizo bautizar a todos y él nunca fue a misa Pero confesó con
el P. Losano que era su amigo Y el P.Lasano dijo que no había
confesado «a otro tan inteligente»

(mi padre ebrio habla de novelas con mi madre y ella presta atención)

Yo lloré como un muchachito de ocho años cuando se le muere su Capitán

Mi abuelo se contentó con el Capitán diez minutos antes de morir
y luego hizo grandes alabanzas a él
ellos tenían sus problemas desde hacía lo menos veinte años

mi padre ebrio es lo mejor que he visto

Me da monedas me presenta a sus amigos y dice «este indio promete»
y he prometido después de todo y por eso Guati
Domingo también se llamaba tenía razón
Había nacido el cuatro de agosto y esto lo supe después que sus pulmones
nos lo arrebataron

Estamos en un pueblo y yo lloro de vez en cuando porque él se ha muerto

Muchos amigos míos todavía tienen su viejo
Yo no he podido tenerlo
Dicen que tenemos nuestro aire en común
Nuestra cosita

Yo sé
«indio» ven y toma tu cerveza Yo sé Guatimocín
que estamos en un pueblo Yo sé

Salvaje yo (yo sé)

 

 

YO POETA

… Yo, Poeta-Hostias,
de veinticinco años de edad
y abogado sin ejercicio
andaré en mi caballo rojo
temido y elegante.
Mi caballo de nombre secreto
para tenerle libre de apremio o
detención,
pues
en esta ciudad,
que yo beso con mis labios
de hermano de una sola mujer,
todo hay que tenerlo
al cuidado de los peores peligros
y acechanzas
de un reino de hombres y mujeres
que nada respetan
y todo destruyen
al primer golpe de vista
Con mi caballo
yo andaré pisoteando calaveras
en mi ciudad
rodeada por murallas blancas
muy bien custodiadas
y con su sello de sangre
que haremos desaparecer…

 

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Sentado en mi lengua
pude observar
con absoluta calma
el desfile de los que iban a la muerte
sonrientes
y olvidados de sí mismos

 

 


Caupolicán Ovalles (Guarenas, 1936-2001). Poeta, narrador, político y abogado venezolano. Inicia estudios en la Escuela de Derecho de la UCV y se gradúa de abogado en la Universidad de Salamanca. Formó parte de las agrupaciones literarias Sardio, El Techo de la Ballena, La Pandilla Lautrémont, Sol Cuello Cortado y La República del Este. En 1964, comienza a escribir en el periódico La Esfera bajo el seudónimo de Gustavo Manrique. Dirigió la Asociación de Escritores de Venezuela (AEV) durante más de dos décadas. Entre sus libros de poesía destacan Duerme usted, señor Presidente? (1962), En uso de razón (1963), Elegía a la muerte de Guatimocín, mi padre, alias El Globo (1963), Canción anónima (1980) y Alfabetarium (2001). Es también autor de una Antología de la literatura marginal (1977) y de la novela Yo, Bolívar rey (1987). Recibe, en 1973, el Premio Nacional de Literatura.

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Los poemas elegidos pertenecen a la antología realizada por Miguel Chillida En (des) uso de razón (Caracas: Rayuela Taller de Ediciones, 2016). Néstor Mendoza realizó la revisión de los textos. La cabecera fue diseñada por María Betania Núñez, a partir de un retrato de archivo.