Juan Luis Landaeta, venezolano, vive en Nueva York desde hace tres años. Conversamos a través de las redes sociales, durante días le pregunté por correo electrónico y mediante notas de voz y así nació una entrevista que busca romper distancias tomando como centro aquello que nos une: la poesía.

En el año 2015 presentó su libro Litoral central con el sello de Sudaquia Editores. Este año, la Editorial Ígneo publicó La conocida herencia de las formas, obra que recibió  una mención especial en el I Premio Nacional de Poesía Eugenio Montejo (2011).

En La conocida herencia de las formas buscó expresar la figura del contacto, ceñida a la noción de un encuentro: «el lapso en que dos seres se unen, se cruzan o se encuentran. ¿Dónde empiezan esas cosas? ¿Dónde terminan?». Mientras, que en Litoral central había una fascinación por explorar la idea de la luz como ente rector de la existencia, en sus versos podemos imaginar a Reverón  bajo el sol de Macuto componiendo paisajes.

─Eso, que surgió como una exploración frente a varios cuadros de Armando Reverón, me llevó a pensar las cosas desde sus puntos mínimos, tal y como lo hizo el maestro en su obra. Ahora, en ambos libros, más que nombrar, busco transformar. Creo que en el arte siempre hay algo de metamorfosis (…)

landaeta-2
Fotografías de Cristina Tovar

No empezó por leer a El Quijote o a Proust

Preguntarle a un poeta de 28 años cuándo empezó a escribir  poemas puede parecer prematuro, ya que algunos «distinguidos» observadores podrían objetar por qué preguntarle cosas a un muchacho «que a penas inicia». Él me cuenta que no creció con una biblioteca, pero que la unidad del libro fue algo bien recibido desde su niñez. En su entorno había consciencia del lenguaje.

─ Pienso en las canciones y  sus letras. A la mayoría que escribe le fascina decir, alardear, que a los 11 años ya iban por su segunda lectura de El Quijote y empezando a Proust. Nada que ver.

Para Juan Luis todo comenzó con «escuchen esta canción» en alguna fiesta…

─ Creo que íntegramente asociados a la salsa, me parecían no solo historias comunes, sino la historia de la familia, el componente emocional de la banda sonora. Empecé a escribir a la edad en que a casi todo el mundo le da por escribir: 14, 15 años. Probablemente me di cuenta de que un párrafo era más largo que otro, usando el Messenger. Hacía esas cosas tempranas, que son más bien imitaciones de algo recién leído. Algún día llegó el verso y bueno, desde entonces.

Un escritor podría convertirse en un mejor lector

Le pregunto si existe en sus obras un diálogo acaso una dualidad poeta-lector.

─ Octavio Paz  reflexionó sobre eso  que mencionas es, era, el sino de nuestro tiempo. El escritor viéndose en el acto mismo de escribir. No sé si ese diálogo traspasa a las páginas, pero en mí sí existe. Estoy trabajando en un libro enteramente dedicado a ello, al tour de force con el lenguaje y las posibilidades fútiles de la escritura.

Juan Luis no se formó en la academia de las letras, es abogado y siempre ha leído por interés. Explica que su  acercamiento a la literatura  se da por ser «un mejor lector», por empatía o incluso por que los libros llegan por algo (…)

En los primeros versos de «Carta de intención” de  Silva a las desventuras en la zona sórdida, de Harry Almela leemos: «No me salves de nada, poesía. / Abandóname desnudo a la intemperie. ¿La poesía salva o es sólo un enunciado?

─ No creo que la poesía me salve de nada y tampoco creo que me condene. Lo extiendo a cualquier manifestación artística. Además, habría que precisar: ¿salvarme de qué?

img_1998

El arte debería existir para la libertad

Tengo presente esta idea de Hannah Arendt de que la política es ineludible para  la vida humana ¿Crees que un poeta es ajeno a la política o debe formar parte de sus preocupaciones y de lo que escribe? ¿el solo escribir es ya un hecho político?

─ La política es un hecho en la vida de los hombres. Ojo, no es el único y tampoco el más importante. Yo creo que es improbable que a un individuo con cierta edad, no le preocupe la política en lo más mínimo (…) No creo en el arte comprometido. Decía el maestro Cadenas en uno de sus textos: «ser contraste». Con eso sí creo, que el «poeta» o quien escribe, debe estar comprometido: con la consciencia, con el contraste, es más: con la libertad. Con su sensibilidad. El arte debería existir para la libertad (…)

¿Se debe escribir desde el silencio, la soledad?

─ Escribir, es la fase final de una lista larga de hechos previos. En teoría, para que eso ocurra, deben pasar muchas cosas antes, no necesariamente vinculadas con la acción.

¿Cuándo te sorprende una imagen o un recuerdo, qué pasa en ti? No es ósmosis. Yo diría que hay una vela constante y todo entra allí: la experiencia vital, el contacto estético. Somos todo (y solo) lo que somos al momento de empezar una obra.

¿Qué poetas venezolanos lee, Juan Luis Landaeta?

─ Varios, claro. Con la suerte de conocer a muchos: Ramos Sucre, Rojas Guardia, Cadenas, Patricia Guzmán, Jacqueline Goldberg, Montejo, Moreno Villamediana, Alexis Romero, Sánchez Peláez, Silva Estrada, Eleonora Requena, Gabriela Kizer, Marcotrigiano. La verdad, es que mencionar es excluir. Siempre se escapa alguien.

Han surgido editoriales emergentes que publican poesía venezolana, ¿Qué elementos faltan para dar a conocer la poesía venezolana en el exterior?

─ Los evidentes: publicar, gestar editoriales, distribuir. ¿Por qué no existe un tomo con las obras completas de Montejo, por ejemplo? En un momento determinado, Ayacucho cumplía un rol fundamental. Eso dejó de pasar. También empezó la crisis del papel, pero también han surgido nuevas iniciativas, editoriales emergentes en los últimos 3 años. Lo que puede faltar creo que está claro, lo que hay que franquear son las múltiples e inauditas imposibilidades. Digo inauditas porque estamos hablando de libros, no de material de proliferación nuclear. Aunque, bueno…

Me despido de Juan Luis Landaeta con la  promesa de continuar en algún momento esta entrevista, pero no a través de internet sino en persona para conocer los gestos, la mirada y como él mismo escribe en uno de sus versos, «la duda el rostro».

La entrevista al poeta Juan Luis Landaeta estuvo a cargo de Diosce Martínez. El header fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de una escultura del brasileño Morzart Guerra.