Cuando presenté a Pálmenes Yarza en la Asociación Venezolana de Arte, dije cosas que parecieron exageradas a muchos de los que estaban allí. No les valió escuchar luego los poemas de ella; y no digo sus poemas, sino los poemas de ella, que no saben sino a ella; o a él, en el genérico insexuado del poeta, que se declina en función cósmica; poemas de la honda mujer, que pierde género al llegar a lo profundo, no a lo áspero, ni menos a lo masculinizado.

Creyeron que en mis palabras había mucho de entusiasmo presuroso; o quizá alucinaron frente a la bella mujer que yo traía de la mano. No les valió la presencia íntima de lo que les traía a todos del corazón mientras caminaban sus poemas.

Al presentar a Pálmenes, anuncié en ella un nuevo signo lírico. Y me gocé en darle vueltas y manosear, exprimiéndolo, el sabroso e inquietante sustantivo signo; fue envuelto por mí en sentidos entrañables: signo es indicio. Así estaba bien; y aún mejor, sospecha, síntoma, angustia gozosa. Porque Pálmenes es singo de florecer, indicio de superación.

Y también quise rodear el vocablo del sentido cósmico: luz nueva y propia en el Zodíaco; estrella autónoma en la constelación de la Lira. Pero entonces, decaí en lo cósmico elemental: lección de cosmografía inaugural. Ahora, diré más; porque han ocurrido cosas nuevas para Pálmenes. Después de aquella presentación mía, volvió a Valencia, a su escuela; envió versos; esos versos fueron a manos de los poetas y críticos que me llevaron a mal mi admiración desmesurada, pero que estuvieron casi ausentes de los poemas que la siguieron. Tornó a Caracas, con sus versos —los nuevos y aquellos mismos— y los mostró sin padrinos. Entonces la descubrieron. La ofrecieron como cosa insólita, habida por ellos en venturosa ocasión. Ahora estoy contento de repetirme mi augurio.

Ahora es tiempo de entrar más en la mensura de su originalidad. Ella consiste ante todo, en que siendo un poeta de factura y esencia novísima, rompe hasta con su propia generación y reclama la beligerancia de su cuita.

 

F2- Pámenes Yarza será la poeta a la que tributará homenaje
Pálmenes Yarza, en hermosa juventud

 

La cuita, el razonamiento, la tortura lógica son asuntos proscritos por la mayoría de los vanguardistas europeos y por sus epígonos de América. La pura reacción lírica,  sin aliño sentimental, es mandamiento del suprarrealismo idóneo, como lo fue del dadaísta integral. Pálmenes tremola valientemente su derecho a la cuita y se busca y se encuentra, elevando la razón amarga y el quebranto recóndito a un plano lírico personal.

No es caso único; pero su modo es suyo. Frente a los poetas altos, frente a los poetas ingeniosos, frente a los poetas vastos, ella está, para la mensura de fondo. Frente a las dimensiones de extensión y altura, tiene la de profundidad. Poeta hondo, de absurda claridad sin transparencia; alma lírica en limbo, devorada en sí, roída de inquietud y admirable de timidez, se nos expresa en una lucha con la inexpresión que deja por residuo ese poema entrecortado, que dice algo y deja sospechar más y angustia por lo que se le queda a ella en hervor, que es su forma de fervor.

Pálmenes Yarza es maestra de escuela, en Valencia. Nació en Nirgua y estudió en Caracas. No sé si tiene ya veinte años. No se lo he preguntado, porque sé que tiene cinco mil años de inquietud y está naciendo de novedad. Una hoja en colisión con su sensibilidad, basta para su reacción lírica. Es hosca y angustiada; la timidez se le hace más evidente por la presión del contenido.

Va a publicar su primer libro. Su primer libro se llamará Pálmenes Yarza, así, como el hijo de Juan se llama Juan. Y es Juan. Su libro es ella, Pálmenes Yarza, poeta y poetisa de Venezuela. Después, tendrá otro libro; no lo escribirá, lo tendrá, como se tienen hijos, con dolor de entrañas. Y llámese como se llame, será Pálmenes, carne de Pálmenes, para gozo de América.

Prólogo del libro Pálmenes Yarza, Caracas, 1936.

 

Andrés Eloy Blanco (Cumaná, 1987-1955). Poeta, político y ensayista venezolano. Estudió Derecho en la UCV y formó parte de la Generación del 28, movimiento universitario que se opuso a la dictadura de Juan Vicente Gómez. Trabajó como editor clandestino del periódico disidente El imparcial, lo que le costó seis años de prisión en la cárcel La Rotunda y en el castillo Libertador de Puerto Cabello. En prisión escribe Baedeker 2000, Barco de Piedra Malvina recobrada. De 1936 a 1937 fue presidente de la Asamblea Nacional.  Ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Rómulo Gallegos. En 1934 publicó su emblemático libro Poda.  Luego de exiliarse en México, en 1955 perdió la vida en un accidente de tránsito.

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Pálmenes Yarza (Nirgua, 1916-2007). Poeta venezolana. Maestra normalista (1935), profesora en el Instituto Pedagógico Nacional (1940) y  licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Irrumpió en el panorama literario nacional a los veinte años, cuando dio a la imprenta su primer poemario (titulado con su nombre propio: Pálmenes Yarza, 1936). En 1942 publicó su segundo poemario Espirales, al que le siguieron Instancias (1947), Amor (1950), Elegías del segundo (1961), Contraseña del tiempo (1974),  Borradores del viento (1988) y Memoria residual (1994).  Recibió el Premio Municipal de Poesía (1974) y el Premio Anual de Poesía otorgado por el Círculo de Escritores de Venezuela.

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 «Mensura del poeta en Pálmenes Yarza» fue tomado de las Obras completas de Andrés Eloy Blanco (Congreso de la República/Coordinación de Publicaciones del Rectorado de la Universidad de Oriente: Caracas, 1973). La transcripción y revisión del texto estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un detalle de archivo.