PARAÍSO

Caín y Abel jugando en el tejado caliente
mirando el pájaro simple.
Las pestañas
el cuello de los dos hermanos son una manzana de olvido.

Caín tiene miel en los ojos
Abel pliegues de trigo.
En el juego perfecto de buscar a Dios
apuestan a razones distintas.
Ofuscados por el misterio sus cuerpos se convierten
en amapolas
en cuchillos de animales sobre la tierra.
Como prueba de existencia Abel mata a Caín:
en el tablero de juego pastan árboles, sirenas,
melancolía.
Abel festeja con una mujer oscura que había conocido
con un hermano en un viaje por el infierno.
La MUJER mata a Abel con la espuma de su MANZANA.

Abel mata a Caín, Caín a Abel
la rosa a la abeja
mi madre a mi madre.
Caín recoge del abismo una quijada de burro.
Mata a su hermano con el golpe terrible del temor a Dios.

 

ALIANZAS

I

Saber el lugar
el redondo lugar donde mi palabra
no dice ni recibe.

II

Reconocer el punto de partida
mi tristeza con el encuentro.

III

Apostar a mí mismo
ganar y recoger las pérdidas.

IV

Apostar fuego.
Caminar con la piel brillante de golpes
sobre el techo
sobre la mujer el hombre
y el destino.

V

Saber alrededor de mí
que soy moradas.

 

LUNA LLENA Y OSCURA

En mi pensamiento más grande
en el más pequeño
te encuentro.

Tú eres palabra que hoy decimos.
Espejo de otro
quebrado por culpas de juglar.

 

CÓDIGOS

PRIMERO y este recuerdo es de la infancia yo era
un poeta de la luz. Pasaba las horas mirando una copa
de árbol, un río, un rostro, una calle y sentía el placer
imborrable de quien sueña con un hombre y una mujer
y amanece en la vida.
Toda mirada era un festejo de sol, de estar
de abismo iluminado.
Veía extraños colores, escuchaba ruidos celestes
tocaba formas que estaban fuera de toda realidad.
Estas sensaciones las atribuía a Dios y a la luz.
La poesía como razón o como signo estaba lejos
y vivía el júbilo de una edad que separaba de la muerte.
La oscuridad, los fantasmas, los pavores magníficos
tenían una razón de alba. Vivía, festejaba sin edad
alentado por la naturaleza y sus prodigios.
SEGUNDO y es verdad fui a la vez un poeta romántico
y modernista. Esto explica mi pasión por el desorden
por los vicios y por el lenguaje deslumbrante.
Explica o explicaba porque ahora ya no sé.
TERCERO. Cuando sea la muerte habrá pasado mi cuerpo
por la infancia
por los poemas de mi lengua
por la metáfora podrida del paraíso.

 

 

José Barroeta (Pampanito, 1942-2006). Poeta y crítico literario venezolano. Graduado como abogado y doctor en Literatura Iberoamericana, se desempeñó como profesor del área de Literatura Hipanoamericana y Venezolana en la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes. Participó como miembro de los grupos literarios «Tabla Redonda», «En Haa», «Trópico Uno», «La Pandilla Lautréamont» y «Sol Cuello Cortado». La editorial española Candaya, en el 2006, publicó su poesía completa bajo el título de Todos han muerto (1971-2006). Como ensayista dio a conocer cuatro títulos: La hoguera de otra edad  (1982); Poesía española. Novísimos y postnovísimos (1990); El padre, imagen y retorno (1992) y Lector de travesías  (1994).

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Estos poemas pertenecen al libro Culpas de juglar (Centro de Actividades Literarias José Antonio Ramos Sucre: Caracas, 1996). La selección, transcripción y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un detalle de una fotografía de Héctor López Orihuela.