Sueño con estatua ecuestre

Soñé que era la sombra de una estatua ecuestre,
y que la estatua todos los días así me decía:
—Vamos, es hora.
Y me mandaba a moverme hacia un lado o el otro, con la frente siempre en alto, y el brazo recto, la espada alzada.
Por supuesto, sus ojos se movían para acá y para allá,
mientras la cabeza se mantenía recta.
Un día le repliqué:
—No son tus órdenes las que me mueven.
—No es cierto —soltó soberbio y hasta indignado el héroe estatua.
—Es el sol quien me mueve.
—¡No es cierto!
—Soy tu sombra, no tu esclavo.
—No es cierto —volvió a decir con tono altisonante y aún más exaltado.
—De hecho, cuando me toca moverme a tus espaldas, no puedes saber si he cambiado de posición, si me burlo de ti, incluso no sabes siquiera si te abandono.
—¡No es cierto, no es cierto, no es cierto!
—Tus órdenes son inútiles, y por más que te esfuerces en vigilarme, nunca podrás verme por completo, pues tu cabeza no puede moverse y solo tienes una visión del mundo.
—¡Precisamente! —me contestó de súbito alegre—. Soy yo quien manda, pues miro el mundo de una sola manera.
Le respondí:
—No eres más que el sueño de una pobre estatua.

 

Sueño con árbol

Fui la sombra de un árbol, y le di cobijo a un cabrero que había estado mucho tiempo al sol; a una pareja que llegó y se besó en silencio; a unos niños que jugaban allá afuera y luego se acostaron a masticar tallos de hierba; a una mujer que se sentó a mirar el horizonte, y nada más; a uno que vino a llorar en silencio, y a un caballo, que se reclinó y murió. Su sombra se hizo trote por el campo.

 

Soñé que era una sombra de Prypiat

 

hhhh

En medio de la ciudad
se alza la noria de un parque abandonado
donde crece la maleza
y se estanca el agua de la lluvia.

El parque fue usado apenas unas horas.
Nunca llegaron a inaugurarlo oficialmente.
Nunca fue de la alegría de la infancia.
Imagen insoslayable, que dentro,
se vuelve sombras,
sombras de niños
en las paredes del abandono.

bbb

mmm

En una azotea, una silueta frágil
gatea con un carrito halado de una cuerda.
Al fondo se ven los reactores.

En otra pared, la sombra
de quien parece ser Peter Pan,
el Rey de los Niños Perdidos,
descansa, aguarda
quién sabe qué esperanzas
que nunca serán.

kkkk

qqqqq

Contra una puerta, un niño sentado
con las piernas dobladas, las abraza,
hunde su cara en las rodillas.

También, en el interior de un edificio,
junto al hueco de un ascensor,
la sombra de una nena con crinejas,
se perpetúa en punta de pies
e intenta alcanzar el botón de un artefacto
que nunca llegará a ninguna parte.
Ella está allí, atrapada para siempre,
entre las ruinas.

Sombras que de día son sombras,
sombras que de noche son sombras,
que no escapan, que no pueden escapar
de las paredes de Prypiat.

 

Los textos que presentamos pertenecen a un libro inédito del escritor venezolano Fedosy Santaella.  El header fue diseñado por María Núñez a partir de la obra «Mujeres y perro» (1964), de Marisol Escobar. Las imágenes que acompañan al texto «Soñé que era una sombra de Prypiat» son de Alex Cheban.