«Voy a construir mi albergue

sobre este montón de sobras»

Luis Moreno Villamediana

 

Mira con serenidad. Solo genera calma con su paciente forma de comunicarse. No conoce el grito gesticulado, aunque su obra sea un constante empeño de alzar la voz, de elevarla a tales niveles que impiden la indiferencia. Su cuerpo va en esa misma dirección: camina como si nadie esperara por él, como si no existiese la necesidad del apuro o del retardo ante una cita médica o laboral. Y pocas veces enmudece y me parece que pocas veces llega tarde. Al menos esta es la impresión que tenemos: es la imagen creada por quienes hemos leído sus poemas, ensayos o relatos ganadores de premios. Y es gratificante cuando, al fin, lo conocemos personalmente y esas impresiones previas se ratifican.

Hemos venido a comentar Otono [sic], el libro más reciente de Luis Moreno Villamediana. La palabra otono, sin virgulilla, propone tanto una incorrección premeditada como una expresa voluntad de experimentación. Esto se hace evidente con el adverbio latino sic, que justifica la omisión del signo ortográfico. Me detengo en el título porque allí se da el primer paso de una gran marcha de apropiaciones. No es un ejercicio del todo nuevo en su obra; en dos de sus publicaciones anteriores —Eme sin tilde y Laphrase—, los títulos nos producen extrañeza, incluso confusión, si no leemos con extremo detenimiento o no nos apoyamos en textos complementarios. Vano empeño: Luis Moreno Villamediana puede ofrecernos cualquier cosa menos lecturas cómodas o complacientes. En más, a veces pienso que su intención es el esfuerzo de diluir el deseo voluntarioso de quienes se acercan con limitados instrumentos teóricos.

La beca de una fundación genovesa indica que el poeta viajó a la ciudad de Bogliasco, en otoño. Pero ya sabemos que los libros son salvoconductos, pasaportes o máquinas tele transportadoras («escribo desde un puerto donde tampoco he estado»). El poeta escribe en español, castellano antiguo, inglés e italiano. Todo se une, mediante la convivencia de imágenes y asociaciones, en un espacio arbitrariamente dispuesto. Este caos organizado es parte de su poética: «La trayectoria de lo que va escribiendo es sinuosa, está compuesta de vías que se suman al azar; que aparecen de pronto en los costados, incluso por debajo».

Pudiéramos decir que Luis Moreno Villamediana es un poeta poundiano y altazoriano, más cercano a aquellas tradiciones latinoamericanas hijas de César Vallejo, como Martín Adán y Rodolfo Hinostroza. De este último poeta, quizás, ha considerado lo recogido en una reciente edición conmemorativa de Contra natura: «La inspiración me llega del mundo cultural, no del natural. A mí me llegan todas las imágenes de la cultura, no fuerzo nada (…) Yo uso el lenguaje culto de mi época».

Es indudable ese afán de Villamediana por la discontinuidad, la omisión, las bifurcaciones, el inciso culto, intertextual, salpicado de referencias a paisajes o retazos vistos o leídos, y sobre todo imaginados. Pudo haber considerado el atrevimiento de Salustio González Rincones, quien ya en las primeras dos décadas del siglo XX mostraba que era posible escribir sin el influjo total del modernismo. Del mismo modo, no descarta las posibilidades casi infinitas, babélicas, de los buscadores de internet.

Llevemos la palabra otono a un plural hipotético, otonales; y a su vez, acerquemos su afinidad sonora al plural de atonal, atonales. Otono [sic] es un libro atonal, en el sentido musical del término. Este libro, como si fuese una partitura, no parece estar sujeto a las normas de la tonalidad. Esto, repito, no es nuevo en Villamediana: otros han destacado esta cualidad en sus libros precedentes. Otono [sic] no busca, precisamente, una empatía inmediata. Hay frases que violentan su orden formal y semántico, alusiones que nos aproximan a una aparente dispersión o fuga continua.

¿Qué podemos esperar de un libro que parte de la negación?: «este libro no relata, lo juro, una serie de hechos históricos». Villamediana juega con el lector y con quienes se atreven a escribir sobre su poesía: en ese último caso, empuja a los reseñadores a valerse de sus mismos recursos culturalistas y detectivescos: ¿de qué forma podríamos saber que Suleiman es un sultán otomano del siglo XV? Y me atrevería a decir que se remonta al siglo XII, a los textos mayores de la tradición persa como El lenguaje de los pájaros.

Me detengo en la exploración de Otono [sic] para comentar brevemente algunas señales que he notado en la obra de Villamediana: el empeño de utilizar todos sus escritos para echar andar un particular método de creación. Lo he visto en sus prólogos («La película de la urraca», palabras de antesala al libro de Rodolfo Häsler); conferencias («Poesía liminal», dictada en un congreso académico) y en sus cuentos («El colocador», recientemente galardonado y publicado). Quizá cuando nuestro autor decida reunir su trabajo ensayístico y de prosa de ficción, podremos corroborar y valorar esto con mejores y más amplias demostraciones.

Visto de otra forma, Otono [sic] es un libro que tardará en decodificarse: son muchos los referentes, las influencias, las ramas en las que podemos sujetarnos para escribir cuartilla tras cuartilla, en un esfuerzo inagotable del propio libro de proporcionarnos rastros y anuncios. Me valgo de sus propias palabras: «sigo en la tarea de llevar libros a casa, con la confianza de quien descubre en ellos un territorio que jamás será absoluto».

 

Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, 1966). Poeta, ensayista y narrador. Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia. Realizó estudios doctorales de Literatura Comparada en Louisiana State University (Estados Unidos). Ha publicado Cantares digestos (1996), Manual para los días críticos (2001), En defensa del desgaste (2008), Eme sin tilde (2009), Laphrase (2012) y El edificio fantasma (2015). Ha recibido importantes galardones: el Premio de Poesía de la Bienal José Rafael Pocaterra (1992), el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde (1997), el Premio de Poesía Eugenio Montejo (2011), el Premio Nacional de Cuentos Guillermo Meneses (2011), el I Premio de los Libreros al Libro del Año, mención poesía (2013), el Premio de Literatura Infantil Internacional Sor Juana Inés de la Cruz en México (2015); el Premio Anual de Cuento Salvador Garmendia (2016) y la mención ensayo del Premio de la Bienal Literaria Eugenio Montejo (2017).

Albergue de sobras es el texto que Néstor Mendoza preparó para la presentación de Otono [sic], el cual fue leído en la Sala Cabrujas, Caracas, jueves 27 de abril de 2017. El header fue realizado por Samoel González Montaño, a partir de un retrato de su autoría.