Hace un año que murió Gómez. Pero es la fecha en que Gómez comienza realmente a vivir. Esta idea no le hubiera satisfecho en manera alguna; no se avenía con su modo de ser. Hoy Gómez está presente —acaso más que antes— en la vida venezolana. Al cabo de este año lo vemos asistiendo socarronamente a nuestro sainete. Los sucesos que hemos visto desarrollarse y los inesperados desenlaces, revelaciones, menudos incidentes, parece que explican en parte la línea de conducta adoptada por aquel hombre; su indiferencia en la cual podría verse su exacto conocimiento de la realidad, la apreciación de la realidad, la aparición que hacía de amigos y enemigos, tanto como la soberana conciencia de su poder.

El Poder fue la mística de Gómez y en su concepción del mismo llegó por los caminos de la casualidad o de su instinto a las mismas conclusiones clásicas de la política como si El Príncipe, por ejemplo, se hubiera escrito por él o como si Venezuela fuera antes que una República surgida del movimiento democrático de los siglos XVIII y XIX una de esas Repúblicas medioevales donde la voluntad del Soberano lo era todo. Faltaron eso sí los grandes talentos que no dejan de brillar en aquellos despotismos. Aquí lo dramático está constantemente disminuido por lo grotesco, pero este último es más bien característico del círculo, mientras la figura central se destaca con relieves demasiado poderosos para dejar de ser extraordinaria.

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Retrato de Juan Vicente Gómez

Gómez será uno de los mitos de la historia americana. Dentro de cien años los novelistas se apoderarán de tan formidable asunto. El personaje sufrirá creaciones diversas. Creo será necesario prescindir del material actualmente elaborado. O aceptarlo únicamente para llegar a la total comprensión del personaje. Se llega a la verdad por caminos más recónditos y desusados.

Se le ha comparado con Luis XI. Pero éste con toda su malicia y perfidia, fue uno de los creadores de la nacionalidad francesa, un ascendiente si se quiere, en línea directa de Richelieu. Luis XI jugaba con los grandes señores como Gómez con los llamados caudillos. La historia de los pueblos se hace por etapas. ¡Si Gómez hubiera querido o hubiera podido hacer algo más! ¡Si hubiera aplicado su poder exclusivamente en el bien del país! ¡Qué gran figura dadas las condiciones en que le tocó mandar!

Se dice que Gómez no ha de volver. Gómez —pienso— es una de las tantas interpretaciones del Poder. Estas van de acuerdo con el carácter del individuo, con el medio y las circunstancias. Gómez no se repite; pero el Poder lo tiene o lo tendrá siempre alguien. Hay distintas formas de poder.

17 de diciembre de 1936.

 

 

Enrique Bernardo Núñez (Valencia, 1895-1964). Narrador, ensayista, historiador y diplomático. Considerado como uno de los grandes narradores venezolanos de la segunda mitad del siglo XX. Con su novela Cubagua (1931) alcanzó una de las mayores cotas de la prosa de ficción de su época. Se matriculó en la Universidad Central de Caracas para cursar, simultáneamente, estudios de Medicina y Derecho, al tiempo que se entregaba al cultivo de la literatura. Su obra inicia con Sol interior (1918) y finaliza con el volumen Bajo el samán (1963).  Su carrera periodística fue prolífica. Fue redactor de El Imparcial entre 1919 y 1920, y colaboró desde 1922 en otros periódicos como El UniversalEl Heraldo y El Nuevo Diario, y revistas como Élite y Billiken.

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El texto «Apunte» forma parte del libro 1936. Crónicas de El Heraldo (Fundarte, Caracas, 2014). La transcripción y revisión estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. La cabecera fue diseñada por Samoel González Montaño, a partir de un retrato del archivo de El Universal.