Esbozos del libro de Pedro Grases publicado en el año 1967, impreso en las prensas venezolanas de Editorial Arte, en la ciudad de Caracas.
Diseño de portada por Mateo Manaure.

Esperamos estos apuntes sean de utilidad para investigadores y curiosos.


Homenaje a los primeros impresores de Venezuela, que supieron honrar el arte de Johann Gutenberg, de quien el mundo se prepara a recordar el medio milenio de su muerte.

Pedro Grases
Caracas, 1967


 

historia de la imprenta
Figura N° IX. Página 1 de la obra de Cisneros, 1764.

La imprenta criolla

Con la primera impresión de la Gazeta de Caracas, realizada en el taller de Mateo Gallagher y Jaime Lamb y editada por Andrés Bello, se da inicio a la historia de este arte en nuestro país, labrando un camino que, como muchos otros, no cuenta con un registro óptimo.

El advenimiento progresivo del mundo digital, donde las manchas de tinta son invisibles, y la retina evoluciona ante el resplandor nacarado, de alguna forma ha llevado a que la imprenta sea pensado como algo obsoleto ante las posibles ventajas de estas nuevas tecnologías.

Pocos, siguen en esa carrera de hidalgos para no olvidar la tradición, ensuciando sus manos y promoviendo definitivamente con orgullo un arte que podría estar en extinción.

historia de la imprenta
Portada del libro «Historia de la Imprenta en Venezuela» de Pedro Grases, realizada por Mateo Manaure.

Prefacio

Cualquier trabajo que emprenda en relación con la imprenta en Venezuela o con algún problema bibliográfico venezolano he de iniciarlo siempre con el recuerdo presente de don Manuel Segundo Sánchez, el eximio historiador del tema, a quien llamé en mi primera publicación de 1940 sobre estos asuntos “padre y padrino de mis investigaciones bibliográficas venezolanas”. Es un deber que cumplo con sumo gusto, pues a él le adeudo los primeros consejos y las primeras enseñanzas y orientaciones.

Al prolongar ahora este libro orgánico sobre la introducción de la imprenta en el país, con las necesarias disquisiciones sobre los problemas previos a la instalación del primer taller plenamente documentado, he de evocar con más razón a Sánchez, por cuanto que la idea de escribirlo fue algo más que proyecto en las empresas que acometió el autor de la Bibliografía venezolanista. Había pensado Sánchez escribir la Historia y bibliografía de la imprenta en Venezuela y de esta obra nonata llegó a publicar algunos capítulos, magistrales por los conocimientos y por el donaire en el bien decir, que en Sánchez iba aparejado con su buen gusto por los libros. A las monografías de Sánchez hemos acudido cuantos nos hemos ocupado, después de él, de imprentas e impresores en Venezuela.

Conste, desde estas primeras palabras prefaciales, junto con mi devoto tributo a la hidalga generosidad de Sánchez, brindada desde mis primeros días en Caracas, el reconocimiento intelectual a cuanto le debo en el manejo de los útiles de información con el objeto de mi estudio.

Hace años don Manuel Segundo Sánchez propuso la denominación de “incunables” para los impresos venezolanos publicados en algún taller nacional entre el año de 1808, fecha de la introducción de la imprenta, y el año de 1821, fecha de la liberación de Venezuela con la batalla de Carabobo.

Si bien en sentido estricto, el termino INCUNABLE hay que aplicarlo a los impresos europeos del siglo XV, desde la invención de la imprenta hasta 1500, no es ilógico ni excesivamente forzado el uso de la expresión INCUNABLES VENEZOLANOS a los libros, folletos, hojas sueltas y periódicos salidos de prensas instaladas en el país durante el tiempo señalado por Sánchez. Tienen los dos rasgos fundamentales que inspiraron la formación del vocablo derivado del latín incunabula, “cuna”, referido naturalmente a las obras primitivas en el origen, los pañales de la imprenta, que además son de extrema rareza. Es decir: por primitivos y por raros se les ha dado tal designación.

Se usa habitualmente la expresión INCUNABLES AMERICANOS, con la que se denominan los impresos de este continente realizados durante el siglo XVI, en México y Perú, cuyos respectivos virreinatos fueron los más antiguos en el goce del arte de Gutenberg.

Puede, por consiguiente, admitirse la expresión INCUNABLES para los impresos de cada país, aunque no sea rigurosamente empleada en el significado primario que ha tenido la palabra.

historia de la imprenta
Facsímil del periódico inicial de la imprenta de Venezuela, 1808.

Antes de cerrar este Prefacio quiero hacer una declaración personal.

Este libro es fruto de un trabajo emprendido y realizado con la mejor buena fe del mundo. No aspiro, ni ahora ni nunca, a decir la última palabra en nada de cuanto afirmo o examino. Si se me rectifica, lo acepto con la mayor alegría, que esto es también servir a los fines que persigo: incitar a que se prosiga en la tarea, a la que yo procuro contribuir en la medida de mis fuerzas.

Y para terminar, vaya mi última observación.

Si meditamos ante la colección de impresos que en esta obra desfila, con el recuerdo de la época en que se imprimieron, y tenemos en cuenta las condiciones sociales, repletas de peligros y amenazas, en plena inestabilidad, en un ambiente preñado de acontecimientos siniestros, y pensamos que con todo y contra todo, estos modestos artífices de la letra impresa llevaban a cabo sus publicaciones con primor exquisito, con amor entusiasta por la profesión, venciendo la escasez de medios y la abundancia de azares, con tenacidad admirable, bien merecen el homenaje de pleitesía por ser artesanos ejemplares en la historia del arte de imprimir. Son dignos de imitación en todos los tiempos.

Febrero de 1959 / Abril de 1967


La imprenta ha sido el itinerario de la revolución

Juan Vicente González


 

Si aceptamos la fecha del 24 de octubre de 1808 como la de la introducción efectiva de la imprenta en Venezuela, hemos recorrido hasta julio de 1812 -una vez examinados los antecedentes- un período de cuatro años escasos de la historia de Venezuela, a través de sus impresores. Aunque el intervalo es escaso, es tiempo realmente trascendental.

La historia de la introducción de la imprenta en Venezuela es paralela a la de su Emancipación. Tiene su precursor, y es el mismo: Francisco de Miranda. En 1806, a bordo del Leandro, se acercó hacia las costas de Coro, el taller que hubiese podido ser el de la primera imprenta nacional. No llegó a tocar probablemente tierra la pequeña prensa mirandina, pero sí llegó a imprimir por lo menos cinco proclamas. Una, fechada en Jacmel; una, a bordo; dos, fechadas en Coro, y una, en Aruba. Se sabe que llegaron a manos de venezolanos y aun se conoce que fueron quemadas en un terrible auto de fe, pero la imprenta no llegó a destino, como no vio realizados en 1806 sus anhelos de libertad el Precursor de la Independencia. Además de estas proclamas, se sabe que imprimió esqueletos de los despachos o nombramientos que se proponía hacer Miranda, si la fortuna le hubiese sonreído.

Lámina N° 69. Hoja suelta ante la primera conjuración contra la Independencia.
Lámina N° 69. Hoja suelta ante la primera conjuración contra la Independencia.

Fracasó el intento en 1806. Será en 1808, cuando se instale la imprenta en Caracas, con el taller de la compañía de Mateo Gallagher y Jaime Lamb, contratada en Trinidad por Manuel Sorzano, ejecutor de las instrucciones de La Guaira, Francisco González de Linares, a quien había encargado el Capitán General las gestiones correspondientes.

El 24 de octubre de 1808 sale el primer número de la Gazeta de Caracas, y sus primeras palabras -escritas, sin duda, por Bello- van dedicadas a las excelencias del nuevo arte y a su valor para Venezuela.

A esta primera imprenta nacional, sigue la de Cumaná, en mayo de 1810 y, luego, en Caracas la que recomienda el Licenciado Miguel José Sanz, desde Curazao: la de Baillío y Delpech, que inicia sus actividades en octubre de 1810, a nombre de la razón social “Juan Baillío y Cía.”, sociedad que dura apenas un año, para proseguir solo Juan Baillío. Se incorpora pronto otra imprenta, traída de Inglaterra por Bolívar y José Tovar. A fines de 1811 se considera la necesidad de proporcionar imprenta a Valencia, la ciudad federal, sancionada por la nueva Constitución. En febrero de 1812 comienza este nuevo taller, a cargo de Juan Gutiérrez Díaz.

En total, al terminar la Primera República la lista de Talleres e impresores es bien reducida:

  • Gallagher y Lamb, en Caracas, desde octubre de 1808.
  • En Cumaná, en mayo de 1810, sin que podamos precisar el nombre del impresor.
  • Juan Baillío, en Caracas, desde octubre de 1810. Luego, también en Valencia, desde primeros de 1812.
  • En 1811, está presente la imprenta de Bolívar y José Tovar, en Caracas.
  • En 1812, en Valencia, por disposición del Congreso, a cargo de Juan Gutiérrez Díaz.

 

 

historia de la imprenta
Figura N° XX. Últimas páginas de un impreso de Riesgo y Montero (1761) y la (p.118) del Libro de Cisneros.

 


Este comentario y transcripción fueron publicados gracias a la colaboración de Pablo Luis Duarte Borges: Periodista con experiencia en medios impresos como el diario ‹‹El Nacional››, ‹‹Últimas Noticias›› y ‹‹Revista Ojo››, donde cubría las fuentes de música, cine y literatura. Actualmente escribe en plataformas digitales (blogs personales y colabora con otros espacios). Ha participado en talleres de creación literaria y viene desempañándose en el área de edición; y  María Virginia Rosales: Pasante de Diseño Gráfico en el estudio de Letra Muerta, especializada en Diseño Editorial.