CARIPITO

En los manglares el agua está tranquila
El tiempo queda estático y el viento muere
Caripito es un manglar y cada casa guarda para sí
esa visión pretérita del hombre

Por allí pasamos en cuadrillas rumbo a Guanoco
donde los mangles tienen su cementerio
En esas calles se grabó un lenguaje soez
La vida entonces giraba en los burdeles

Caripito pueblo flotante frente al río
Marcó sobre su escudo un hierro para que toda piel
fuera al desastre
Nosotros no escapamos viento errante
Porción atlántica para vivir los requerimientos de la época
Caripito es un manglar Un pueblo
Un aletazo Un golpe Un derrumbe

 

BUENAVENTURA

La ciega hablaba en los corredores
con pájaros traídos del barranco
Decía la última fiesta en Miraflores
Bailar hasta morirse vomitando
Una noche y otra por El Venado y Campo Rojo
Porque cantaba algunos tangos para sufrir
Viejas canciones de un siglo sin recuerdos
para una audiencia de guitarras y cuatros

Un encuentro fugaz Diario festín de campo
Sus ojos disparados
Decían una noche sin lámparas Su carne tísica
¿Y quién más que la muerte nos podía cantar?
Tarareamos este mundo de petróleo
Perdido el rostro la identidad el nombre

Susurros de montes y sabanas en la presencia
de instancias diluidas
La ciega Buenaventura sobre una mesa
con la calle Maturín adentro

 

EL TIGRE

Mi padre llegó a El Tigre por el año 40
Con muchos pueblos muertos sobre la cabeza
Errante y desmontable estallante de luz de luz entre sus aros
llegó a El Tigre armado de fracasos y silencios
Un pueblo Un nombre un aletazo de pájaro muriendo
entre mechurrios y cielos rojos
Un pueblo Un garabato en la sabana de Guanipa

El Tigre veinte casas en piernas Calles de barro
Al frente como un trono el taladro con sus mismos jurungos
y torpucios
por esa tierra desconocida y roja bajaron las familias
y todo aquel mundo armable y desarmable prefabricado y muerto
se vino a El Tigre

Al tiempo el pueblo fue centro de otras muertes
El Tigrito La Leona San Tomé Campo Gulf Campo Flint La Socony
Y sus ojos fueron sismógrafos y sus patas oleoductos
hasta Puerto La Cruz
Entonces mi padre construyó una casa
Porque a media madrugada subía a lo alto de una cabria
y recordaba a su hermano Agustín cayendo cielo abajo

La violencia nunca se fue de El Tigre
Y mi madre seguía descuartizando puercos desde Quiriquire Uno
Podía encontrarse con la misma gente de tantos campos cerrados y perdidos

Uno podía conversar con un muerto y al otro día repetirse
entre amargos reproches
Volver errantes de su propia conciencia retomar la ruta
sin precisar distancias
Limitarse al juego de la calle entre un sol y otro
Un mundo de acuñadores fogoneros encuelladores caporales de campos
Un mundo pesado y bastardo Ahogado entre balancines y mechurrios

Cuando yo abrí los ojos mucho después me encontré con mis hermanos
raspando puercos en el patio de casa
Eso fue en la calle Zoilo Vidal a seis casas la escuela
del maestro Trossell
Entonces mi padre construyó una casa en la calle Nueva Esparta
y la llamó En Dios Confío
Y El Tigre apareció en los periódicos para testimoniar
nuestra riqueza petrolera
Aparecieron los adivinos y se abrió El Mosquero
La Prefectura y un piquete de la Guardia Nacional

Cuando yo abrí los ojos el cementerio de El Tigre
comenzó a crecer dentro del mismo pueblo
Cuando yo abrí los ojos las rockolas se contaban por millares
La violencia nunca se fue de El Tigre
Uno podía encontrarse con la misma gente refiriendo el accidente
de su mano perdida
Cuando yo abrí los ojos mis pies se habían llenado
con todo el abandono de esos pueblos

 

CAÑO SAN JUAN

Caño San Juan Plaga San Juan tu odio
pegado en las agallas del Delta
Yo asistí al bautizo de tu primer taladro
Una profundidad millonaria de pies
Mecha sobre la piel que perfora los huesos

Boca del Orinoco
Caño San Juan cayena putrefacta
Tierra del aluvión de la malaria
Allí estuvo mi padre encuellador
En lo alto de la torre temblando como un pájaro

 

J.M. Villarroel París (San Antonio de Maturín, 1932-1995). Poeta y abogado venezolano. En la ciudad de Valencia, en 1957, junto a los poetas Eugenio Montejo y Teófilo Tortolero, fundó la revista y grupo literario Azar Rey. Su trabajo profesional estuvo vinculado por mucho tiempo a la Universidad de Carabobo. Su obra poética está constituida por los siguientes libros: Cantos (1955), La orilla jubilosa (1958), El arquero de la nada (1969), Pájaros, pájaros (1972), Poemas (1972), Campo de fuego (1974), Kerygma (1974), Dos elegías (1975) y De un pueblo y sus visiones (1979).

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Estos poemas pertenecen a la segunda edición del libro De un pueblo y sus visiones (Fondo Editorial del Caribe: Anzoátegui, 2009). La selección, transcripción y revisión de los textos estuvieron a cargo de Néstor Mendoza. El encabezado fue diseñado por Samoel González Montaño, a partir de un detalle de un retrato de Héctor López Orihuela.